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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

La vergüenza de Divertia

La sociedad municipal de festejos necesita otra vez un aporte dinerario extra

Es lástima que nuestro pueblo, esta querida villa marinera, no contenga los suficientes atractivos turísticos ni contenga tales famas como para que más cruceros de vacaciones atraquen en los muelles de nuestro puerto, eminentemente granelero.

La cosa de la animación anda arrastrada por los suelos en nuestro pueblo. Sólo algún relámpago ilumina la escena, como por ejemplo la "Semana negra", y el resto es prácticamente vulgaridad que no logra, tampoco, hacer atractiva la ciudad como destino de cruceristas, a no ser que se esparzan por la provincia y los autobuses los conduzcan a otros pueblos costeros del entono, a Covadonga y la falda de los Picos de Europa, a la capital del Principado o a otros pintorescos destinos.

Por el camino nos queda la empresa municipal Divertia y su déficit, cuya aglomeración de entidades no ha logrado paliar como se pretendía. Los regocijos populares, tal como están planteados en nuestro pueblo, cuestan lo que cuestan y, desde tiempos inveterados, el ayuntamiento se niega a reconocerlo en sus presupuestos, por lo que la entidad responsable de organizarlos presenta siempre déficit, con los consiguientes apuros ahí sobre la mitad del ejercicio, para atender todos los pagos.

Hay soluciones, vaya si las hay. La primera pasa por reducir las actividades: muerto el perro, se acabó la rabia. La segunda es integrar en el presupuesto anual el coste real de las actividades propuestas, ya que al final todo el dinero saldrá del procomún local al ser Divertia (o antecesoras) empresas municipales. Tampoco vale venirnos con que estamos en un año de prórroga presupuestaria, pues con presupuesto o sin él, estamos siempre en las mismas.

Lo curioso del caso es que esta extraña situación no tiene color político y son varias ya las corporaciones que han caído en este feo vicio. Es como si a los gestores les diera vergüenza poner en los presupuestos el coste real de los festejos, pero a la vez se negaran a prescindir del halago a la ciudadanía que significa ofrecer un nutrido programa de actividades recreativa o de ocio.

Tan ridícula es la situación y tanta la hipocresía existente que algunos engendros festeros se cargan a otras instituciones, también dependientes del presupuesto municipal, diferentes de Divertia. El ejemplo más flagrante es la bazofia conocida como Festival del Arco Atlántico, cargada al presupuesto de la Fundación de Cultura para general sonrojo.

Visto y conocido lo sucedido con la cuestión presupuestaria de Divertia, cabe de todas formas, hablar de la capacidad tanto del concejal presidente de la sociedad como la de sus máximos responsables que, ejercicio tras ejercicio, se presentan ante la sociedad gijonesa con sus miserias contables al aire sin el menor atisbo de vergüenza, como dando por supuesto que las cosas han de suceder indefectiblemente así.

Imaginemos que el resto de las empresas municipales se comportasen de la misma forma: los dineros municipales serían ingobernables.

Ya es momento de terminar con una vergüenza que nada bueno dice de una Corporación municipal incapaz de ordenar las cuentas de uno de sus departamentos. Probablemente haya que aligerar el gasto de Divertia, un poco por la parte de reducir algunas actividades y otra por el lado de controlar y organizar de mejor manera sus actividades. Demasiado regocijo gratuito que, en tantos casos, para bien poco sirve.

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