El campanu salmonero se queda en nada al lado del campanu bonitero, cuyos precios en la primera subasta en la Rula de Avilés se conocieron ayer. El kilo de bonito se pone por las nubes para abrir la temporada de un pescado que es gloria bendita para el pescador, el intermediario o pescadero y el consumidor. El bonito anuncia la llegada del verano con casi un mes de antelación, aunque los grandes expertos en el trato de la ventresca aseguran que será en agosto cuando esté en su mejor sazón. La realidad nos enseña que los precios de la primera marea del bonito dejan en ridículo el precio del primer salmón, una menudencia en peso y en precio al lado del fruto de las aguas de las Azores, territorio de anticiclones y de un bonito que hace ricos a los pescadores que llegan los primeros a la Rula de Avilés. Es curiosa la evolución de las costumbres pescantinas y la pelea de las grandes superficies por hacerse con los primeros lotes de los manjares.
