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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Esto es fantástico

Henos aquí, sumergidos en el mundo de la copia barata y la falsificación para incautos

Sucede a quien no pone la debida atención en los copiosos productos, ofrecidos a la venta en la galería comercial y otros puestos de la agosteña Feria de Muestras gijonesa, que puede llegar a desconocer la existencia de un producto llamado "La Fantástica Piedra Blanca", que se presenta al público en un bote amarillo, a partir de medio kilo, se presenta como una pasta de arcilla blanca para limpiarlo todo y es susceptible de ser falsificada. Es lo que tiene la ignorancia, que te enteras de estas cosas a tiempo pasado, porque sucede que, al parecer, algún listo se puso las botas, si hacemos caso a sus legítimos fabricantes, vendiendo falsificaciones de tan fantástico ungüento, en la FIDMA de 2014. Es lo que nos faltaba por ver: que la falsificación de uno de esos productos milagro típicamente feriales haya llegado a los tribunales con empresarios ofendidos y un par de supuestos impostores aprovechadillos. Es el tingladillo dentro del tingladillo. Estamos no ya ante la vulgaridad de la falsificación de grandes marcas del consumo lujoso, sino de la imitación de productos milagrosos sólo aptos para su comercialización en ferias y mercadillos alternativos. ¿Nunca la vieron tan gorda los imitados y ya les vale a los imitadores! Aunque el asunto, en definitiva, no es tan raro.

El Ayuntamiento de nuestro pueblo, cual aprovechado fabricante chino, lleva imitándose a sí mismo desde hace unos cuantos años y cada copia le sale peor, más alejada del original. Lo más vistoso son los públicos circenses, los festejos que van a menos y que ya van echando mano de viejas glorias por aquello de sus cachés son más modestos. Pero también están más desorganizados los servicios sociales o la planificación urbanística hace mayores aguas. Mire por donde se mire, el Consistorio se está convirtiendo en un fantástico agujero negro y no se le encuentra enmienda posible de continuar esta extraña situación en el mando municipal.

No tenemos en nuestro pueblo villas magdalenas o engendros de Calatrava porque los anteriores mandatarios no se enredaron en tamaños desmanes y se dedicaron a tejer una trama de ciudad digna. Así contamos con una red de centros municipales, una red de saneamiento, una organización del tránsito, un servicio de aguas público un transporte urbano o un servicio de recogida de basuras, también públicos que funcionan más que aceptablemente, limitándose los actuales mandatarios al intento de su mantenimiento, pero a su manera, es decir, realizando una mala copia: por eso, a veces, tropiezan y se les eterniza el arreglo de tal o cual calle o programan unos veraniegos regocijos festeros de pena.

No sabemos cómo acabará el pleito de "La Fantástica Piedra Blanca", pero sí sabemos que lo de nuestro ayuntamiento, con su presupuesto prorrogado, su incumplimiento de la regla de gasto, que exige la tutela del Principado o el bochorno de aquella listísima concejala Lucía para los asunto urbanísticos del mandato pasado que exige una indemnización por no haber sido puesta en las listas casquistas de las últimas municipales y haberse quedado sin sillón edilicio. Hasta los contenciosos, como vemos, son copias baratas de anteriores grandes peleas de antaño. Porque las cosas gruesas que nos afectan, como la portuaria o la planta depuradora del Este o el plan de vías están en manos de otras administraciones sin que el gobierno municipal sea capaz de tomar una posición como interlocutor en su desarrollo o solución en nombre de la ciudadanía afectada. Eso sí, de vez en cuando escuchamos las agudas lamentaciones de la primera autoridad municipal que de poco sirven porque son incapaces de traspasar las montañas que nos separan de la meseta y llegar a los centros administrativos capitalinos.

Blancas arcillas presuntamente limpiadoras de imitación en la FIDMA y agujero negro consistorial. Esto es lo que tenemos. Sólo cuando atraca en el puerto un barco grande de esos lleno de turistas logramos ganar un poco de color.

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