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Musicólogo

El atractivo de la música contemporánea

A pesar de que la música contemporánea es la más cercana a nuestro tiempo, no es un repertorio que abunde en los teatros, ni en los repertorios de las orquestas; aparece más bien como algo anecdótico, como un guiño complaciente y aislado dentro de programas construidos con obras previas a 1920. Pero la realidad es que la música contemporánea no cuenta con un público mayoritario como el que tararea un aria de una ópera de Puccini o un pasaje de un concierto de Rachmaninov.

Afortunadamente, sigue habiendo espacios en los que este repertorio es reconocido y valorado, como el Conservatorio Superior de Música del Principado de Asturias (CONSMUPA), donde el alumnado transciende las fronteras del romanticismo y se adentra en obras compuestas en los últimos cien años. El pasado lunes pudimos ver una pequeña muestra de este trabajo; diferentes formaciones y solistas del conservatorio se acercaron al Antiguo Instituto para dar vida a obras de compositores europeos y americanos en un recital que cerraba las jornadas que el conservatorio organiza junto al Taller de Músicos de Gijón.

Clara Miguélez fue la encargada de abrir el concierto con "Modelagem I", una obra para flauta travesera de Edson Zampronha (presente entre el público) que comienza con un obstinado e insistente agudo, una nota sin interés por generar una melodía que encuentra respuesta en registros graves y sonidos que parecen disolverse. El resultado va atrapando al espectador en una sucesión de contrastes de todo tipo. Vanesa Menéndez se encargó de la multipercusión de "Rebonds B" de Xenakis, una pieza lleva de vigor, con un pulso constantemente marcado y un amplio colorido tímbrico.

El Ensemble de flautas "Sossenti" del CONSMUPA comenzó con "Lughnasadh", del almeriense Fernando Marín (también presente en la sala); una obra llena de luz, construida a base de motivos festivos que emergían de una densa amalgama sonora construida por el grupo de flautas. Los "Tres madrigales" del norteamericano Samuel Adler combinaron técnicas del barroco, como el perpetum mobile o el contrapunto con una armonía contemporánea y una sonoridad plena que resultó magnética. Por su parte, Enrique Otero sorprendió con el arranque de "Oxiton", una pieza para saxofón barítono de Christophe Havel; la potencia de este instrumento invadió el Antiguo instituto como un estruendo que se fue intercalando con veloces y sutiles fraseos de reminiscencias bop.

El cierre lo protagonizó el Ensemble de cámara del conservatorio con un "Concierto para Marimba" del francés Emmanuel Séjourné, de nuevo con Vanesa Menéndez como solista. Esta es una obra de estructura clásica y lenguaje romántico en todos sus parámetros; sin embargo, el protagonismo de un instrumento tan poco habitual como la marimba consigue un efecto sonoro diferente. La solista supo sacarle toda la expresión al instrumento con un buen manejo de la retórica de dinámicas y tempos en un permanente diálogo con las cuerdas.

Gustó mucho, ahora sólo nos queda esperar que estas experiencias se repitan más a menudo, a pesar de las dificultades técnicas y el esfuerzo que exige la preparación de estos recitales tanto a los músicos como a los organizadores. El resultado merece la pena.

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