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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Original y copia

Opciones políticas que se disfrazan de otra cosa en un intento de no asustar a nadie

Es verdad el viejo dicho latino del "tempora mutantur e mutamus in illis" -los tiempos cambian y nosotros cambiamos con ellos-, porque el otro día colocaron justo bajo mis alegres ventanales su chiringuito los extremistas chirriantes candidatos de Podemos en plena campaña, con potente amplificación, y logré soportar a duras penas las ganas de precipitarme desesperado por uno de ellos, cosa que dudo hubiera conseguido hace unos pocos meses: a todas las penurias parece acostumbrarse la naturaleza humana. Pude enterarme así, a pesar del doble acristalamiento de las ventanas de la demagogia y vacuidad de los mensajes podemitas, de la nula aportación que anuncian para la solución de alguno de nuestros problemas comunes y de los sobados mensajes que pretenden combatir las políticas de austeridad en lo económico que practica la UE. Para ello, se trajeron a un hombre inglés que hablaba en su idioma nativo e iba siendo traducido por una señora. Tras un tiempo, que se hizo interminable, terminaron sus parlamentos y levantaron el campamento, dejando al barrio sumido en sus ruidos habituales.

También me han llegado, junto las del resto de formaciones políticas, las papeletas de votación de Podemos, aquellas que habían promovido suprimir, junto con una carta bastante cursi, de una supuesta profesional española emigrante en el Reino Unido. ¡Qué mezcla de ridículo y gran peligro! Quienes tienen que disfrazar su verdadera intención política bajo el manto de la cursilería y un cierto aire "hippie" es que saben que esas intenciones no serían bien tomadas por una buena parte de bienintencionado electorado.

Lo vemos aquí mismo, en nuestro pueblo, en donde los de la marca blanca local de Podemos es el soporte imprescindible de la más reaccionaria derecha casquista para que puedan sacar adelante su gobierno municipal en minoría.

A la luz de la experiencia de lo que hay y se comprueba en el manejo del ayuntamiento de nuestra ínclita y nunca suficientemente bien ponderada villa marinera, cuesta trabajo que existan personas, de la clase de las informadas, no de aquellos a los que todos trae al pairo, que todavía den un adarme de credibilidad a las huestes de Pablo Manuel Iglesias. Hombre, no extraña en aquellos que guardan algún tipo de rencor a los socialistas porque no les pusieron en tal o cual lista o los apearon en su momento de algún cargo y creen vengarse, con un cierto estilo y sin renunciar a sus presuntas posiciones de izquierda, al dar su apoyo a los morados. Porque sólo desde alguna clase de rencor se entiende el otorgar el voto a Podemos: puede ser de índole social o particular, pero hay que estar enfadado con el resto de la sociedad para caer en semejante error. Así se han entendido históricamente los ascensos electorales de los populismos, incluidos los más horribles que tan trágicamente terminaron en la primera mitad del siglo XX y que aún colean en importantes estados de Europa como pueda ser Rusia.

Tenemos el ejemplo a la puerta de casa en nuestro propio consistorio para percatarnos a las claras de la poca calidad democrática y el escasa preocupación de verdad por los asuntos públicos de Podemos desde una perspectiva progresista al aliarse con la derecha más recalcitrante del Foro de Cascos y Moriyón, aliados a la sazón por cierto en Asturias con el PP para optar a un escaño parlamentario. ¿cómo fiarse entonces de quienes, según el territorio, van con unos o con otros?

En los últimos días, tan cerca ya del momento de la votación, muestran un perfil de mansos corderos, como si quisieran alejar los miedos que provocan en el electorado más moderado o informado -que viene a ser casi lo mismo-, pero ya no pueden engañar a nadie. Si alguien quiere optar por la opción socialdemócrata, la que más progreso social ha traído a España en los últimos treinta y cinco años, tiene el original a su disposición con Pedro Sánchez a la cabeza.

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