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Profesor de Filosofía

Almas bellas

Los "para qué" a los que responde la filosofía

Medios y fines. Un medio para conseguir un fin. O un fin en sí mismo, sin mayor propósito. Preciosa dialéctica desde la que entender buena parte de las acciones y de los comportamientos. Terrible dialéctica desde la que comprender el error de nuestro pensar.

Dialéctica, en el fondo, que requiere de tiempo, porque el pensar conlleva tiempo. Pensar y reflexionar, claro, pero ¿acerca de qué?

Decía aquel alemán extraordinario que se arrimó en exceso al exceso nazi que había quien vivía por sí mismo y había quien vivía por otros. Había quien agarraba la vida y había quien era agarrado por la vida. Había, en el fondo, quien pensaba y había quien era pensado. La distancia está en el tiempo, tiempo que no deja de ser el motivo de la filosofía: es vivido quien es arrastrado por la urgencia, mas vive quien abre pequeños espacios en la marea para mirar fines.

Decía aquel francés estrábico al que los muchachos del 68 reclamaban como autoridad que quien piensa demasiado pierde el taxi; no era conveniente olvidar el tiempo pues se corría el riesgo del dislate, pero no lo era tampoco olvidar mirar adónde se arrastra la vida pues puede que nos la vivan.

El tiempo fluye pero lo podemos parar. Somos almas que podemos parar el tiempo.

Lo hacemos en ocasiones y siquiera nos damos cuenta. Miramos nuestros pies para no tropezar. Medios, solo medios. ¿Cuánto duró el beso? ¿Cuánto duró la sonrisa? Ahí se paró el tiempo. Reconocedlo. Pocas veces, pero las mejores. Necesitamos parar el tiempo. Pensar. Reflexionar. ¿Para qué? Mala pregunta, se refiere a medios. ¿Para qué?

Acepto el reto: no nos dará piso ni coche, no cosecharemos minuta ni gloria, pero nuestra alma elegirá un fin. Ese es el "para qué": para pensar en fines. Solo así agarraremos la vida a través del pensamiento. ¡A esto llamamos filosofía! ¿Para qué? Veo que insistes y solo se me ocurre una respuesta, tómala en toda su amplitud: para construir almas bellas.

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