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Profesor de Filosofía

Silencio y ruinas

Una reflexión ética sobre la Eurocopa

Oigo algún murmullo, es cierto, pero solo me choca el silencio. El silencio lleva al vacío y el vacío al olvido. Allí hay gritos pero, en este rincón, silencio y nada más. Y resistiendo arrancar mi atención del silencio algo me empieza a golpear. Silencio, dijo el cuervo, y nada más.

Pensemos el silencio; empleemos la "virtud". Sigilosos la rastreamos hasta su origen en la República Romana y nos encontramos su manadero: el valor en la batalla, la valentía, el coraje. Cuidado: nunca una valentía para el individuo, únicamente una valentía para la ciudad. No nos conformamos y nos deslizamos hacia Tucídides y su inolvidable Oración Fúnebre: la virtud lo es del que da su vida por la ciudad. Estamos ahora en Grecia y su término es la "andreia", el coraje, mas tradujo también otro término, la "areté", la excelencia. Tiene sentido: quizás el que en batalla mostrase coraje poseería su excelencia, una excelencia que era la de la ciudad.

Esa virtud, decían los griegos, se entrena, se convierte en hábito por duro esfuerzo y voluntad, se asimila en el carácter. El carácter es, precisamente, el que encuentra su etimología en el "ethos", ya sabemos, el que da nombre a la ética. El carácter que se ha de forjar, la ética que se ha de entrenar. Aprendizaje. Constancia. Imitación. Qué mejor que observar a Odiseo para saber qué es la astucia al servicio de la vida. Qué mejor que señalar a Teseo para aprender la deslealtad a una mujer.

Hoy los profesores somos débiles como modelo: ni gozamos del aprecio social ni del arma más poderosa jamás creada en la creación de mitos. Los excelentes hoy son otros, son aquellos que se muestran en la caja de resonancia que es la televisión. Ellos educan, ellos muestran cómo comportarse, ellos enseñan la virtud. Odiseo ha sido sustituido. Otros ocupan su lugar. Y su labor es eminentemente social. Los imitamos.

La selección de fútbol ha competido estos días con un jugador que, si bien no parece haber cometido delito alguno, sí ha mostrado una cara deleznable del ser humano.

Legalmente parece que nada se puede achacar. Éticamente resulta repugnante. Él, que es el ejemplar. Él, que es el excelente. Él, que es el héroe moderno. Él, que es el modelo de virtud. Nosotros, que somos los que aprendemos. Nosotros, que somos los que imitamos. Nosotros, que somos los que debemos exigir. Silencio, y nada más.

¡Silencio! Porque vence. Porque vende. Porque triunfa. Minuta. ¡Ruina! La ética. La virtud. La enseñanza. Esta es nuestra sociedad. Estos son nuestros modelos. Esta es nuestra virtud. Me desmarco: quedaos y entrenad vuestra excelencia. Mi esperanza:aquellos que ya han comenzado a reconstruir sobre las ruinas.

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