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Un nuevo paradigma religioso

En defensa de una fe libre de condicionamientos políticos, económicos y sociales

Las modas ideológicas a veces nos hacen negarnos a nosotros mismos con tal de poder ser aceptados como normales y no ser objeto de atención o crítica. Esto pasa hoy día con la experiencia religiosa cristiana. Muchas personas sienten una necesidad espiritual que reprimen por no querer hacer el ridículo o ser tildados de beatos, meapilas o fanáticos, cuando en el fondo de su ser anida un profundo deseo religioso. Deseo religioso que en muchos casos tiene que ver con ciertas resonancias o intensidades creativas que surgen ante lo sorprendente del hecho de existir, el trasfondo de misterio que nos rodea; el rechazo al nihilismo materialista que niega cualquier posibilidad de Trascendencia; el reduccionismo de la vida a lo político-social o a su dimensión histórica.

Estas resonancias de creatividad y alegría se refuerzan al redescubrir el discurso religioso como un ámbito o paradigma de conocimiento y experiencia que trata precisamente de contestar a tal necesidad y que para ello hay un lenguaje, una historia sagrada, un conocimiento teológico acumulado, un arte. Una experiencia religiosa no es un problema o trastorno psicológico que haya de traducirse en términos de realidad objetiva para "superarlo" en términos realistas; ni tampoco es el producto de un error de percepción de la vida alejado de las verdades científicas que se supone han barrido las supersticiones en que se basa la religión. El ateísmo predominante y el rechazo generalizado -a veces militante- de todo aquello relacionado con la experiencia religiosa así nos lo quiere hacer ver .

En otras épocas fue la religión la que dominaba y regulaba toda esfera del saber y del gobernar, imponiéndose como ideología omnipotente en muchas ocasiones. En nombre de la religión se ejecutaba, masacraba; se metía en la cárcel. Aun hoy día en algunos países musulmanes así sigue siendo de manera oficial. También la religión sigue siendo en nuestras democracias occidentales y en algunos contextos, un factor de fanatismo que impide a mucha gente realizarse como persona racional y razonable, además de potenciar repliegues sectarios de potencial hostilidad y agresividad hacia un mundo que ellos consideran maligno y con el cual no cabe negociación o compromiso alguno.

Ha sido un paso importante en el mundo moderno el concepto de separación de Iglesia y Estado como forma de convivencia democrática, ya que así ninguna religión se puede arrogar el derecho de imponerse al resto de la sociedad como verdad indiscutible. Las religiones forman comunidades subjetivas y, en teoría, con plena libertad para expresarse y propagarse. La fe religiosa se convierte entonces en una libre opción individual de las personas que pueden optar por pertenecer o no pertenecer a una iglesia u organización; y en caso de pertenencia, pueden desvincularse de ella sin coacción o represalia alguna en cualquier momento. Esto hace que la fe religiosa sea lo más libre posible de condicionamientos políticos, económicos, familiares o de presiones sociales, para entroncar de lleno con lo religioso como dimensión propia que explora y refuerza las resonancias creativas dentro de un ilimitado juego de posibilidades y modalidades.

La experiencia religiosa tiene la posibilidad de pasar de la creencia prefabricada o el dogma ya finalizado o la revelación ya cerrada a abrir un proceso de constante apertura, de desplazamiento, de desfamiliarización en base a nuevas exploraciones teológicas basadas en la integración del conocimiento científico, del arte, de la filosofía; de todos los ámbitos de la vida. La entrada a un templo religioso ha de ser la entrada al ámbito de lo trascendente; de Dios como vida, creatividad y libertad, no como lugar de oscurantismo. La religión lejos de ser una alienación social o un error de percepción o una neurosis; lo cual es siempre posible en sus modalidades duras de literalismo o fundamentalismo, como cualquier ideología; pasa entonces a ser una exploración individual y colectiva de apertura hacia lo trascendente.

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