Hablamos de Graciano Gallinar Carrio, galardonado con el Urogallo de bronce 2011 por el Centro Asturiano de Madrid. Un artesano-artista-escultor, nacido en San Martín del Rey Aurelio, 1953, que trabajó como mecánico-ajustador-tornero en el Grupo Duro Felguera, Polígono de Silvota, Lugo de Llanera. Lleva en este proyecto cuarenta años, aunque desde que se jubiló le dedica todo su tiempo disponible a algo que constituye la ilusión de su vida. Dice que toda persona debe dejar una huella en el mundo y no sólo por sus descendientes, sino también por su propia obra. Y Graciano se siente nacido para que la gente conozca y tome conciencia de la riqueza histórica y cultural de Asturias y de otros monumentos mundiales emblemáticos que perviven en nuestro mundo globalizado. La página web que muestra al público su trabajo se titula "Asturias si yo pudiera?" título de una canción de Víctor Manuel, con la que expresa su soledad, su desamparo, la convicción de las escasas o nulas ayudas que ha recibido. Y tal desamparo llega a extremos difíciles de aceptar.

Por ejemplo, lleva Graciano meses pidiendo al Ayuntamiento de Gijón unos bancos para que puedan sentarse personas mayores en su museo al aire libre de Fano, cuatro de los 600 o más bancos que el Ayuntamiento tiene guardados en los almacenes del Monte Deva. No importa que esos bancos estén deteriorados, que ya los arreglará él mismo. Pero no hay manera, cosa que Graciano Gallinar no puede entender. Tal desamparo se compensa con las visitas y alabanzas que recibe. Ahí está una colección de piedras que han venido de todas partes del mundo, traídas por sus visitantes.

En una finca de unos 1.500 metros cuadrados, situada en Fano, a 12,5 km. de Gijón, en la carretera AS-248 a Pola de Siero, tiene Graciano Gallinar su museo de miniaturas. Allí están las once iglesias del prerrománico asturiano, que Graciano tardó once años en construir, tras solicitar el permiso por parte de la Iglesia de Asturias, que le fue concedido sin ningún problema.

Unas miniaturas que están hechas a escala rigurosa, cosa que no hubiera podido conseguir sin un metro láser, que utiliza para medir alturas. Tiene estos monumentos protegidos mediante cubiertas de metacrilato y ahora les está poniendo luces en su interior. Se asombra Graciano de una persona con carrera universitaria que le preguntó: "¿Qué son estas casitas?". Se te cae el alma a los pies. Otras miniaturas asturianas son el santuario de la Virgen de la Cueva, en Ques, Infiesto; el puente de Cangas de Onís; la basílica de Covadonga y la Cueva de la Santina, que es la joya de la corona. La miniatura de la Basílica de Covadonga es la única de la que no tuvo que hacer mediciones in situ, pues utilizó los planos del arquitecto Antonio González Capitel. Tiene ya luces por dentro y se pueden hacer fotos del interior con el teléfono móvil, ya que su objetivo muy pequeño cabe entre las columnillas del ventanal exterior. Otros monumentos internacionales son la torre de Pisa, el obelisco de Buenos Aires y el Big-Ben de Londres, con su reloj ajustado a la hora británica. Un grupo de amigos asistimos el 4 de junio a la inauguración del Cristo del Corcovado (Río de Janeiro, Brasil), tallado en un bloque de cemento de más de mil kg., al que añadió manos y cabeza en piedra. Frente al Cristo irá con el tiempo -ya tiene elegido el sitio- la estatua de la Libertad de Nueva York. Y después un Rey Pelayo que tal vez se inspire en el de Covadonga, realizado por Eduardo Zaragoza en 1964.

La santa cueva lleva 50.000 kilos de piedra, un sistema de circulación de agua y su escalera con 103 escalones. La Santina está un poco más grande, fuera de escala, para ser mejor vista. Sobre la torre de Pisa se cuenta la anécdota del paisano que dice: "Este amigo tuyo es un manitas, pero esa torre le salió algo torcida".

Todo lo hace Graciano Gallinar, que actúa como electricista, calderero, soldador, fontanero, albañil y carpintero. La piedra de las miniaturas es artificial, amasada por él y endurecida al horno según fórmula secreta que le dio un antiguo maestro cantero, cortada después a escala que corresponda al monumento. También fabrica al horno las tejas. Las lámparas eléctricas salen de sus manos.

Para sufragar los gastos ingentes de este proyecto, Graciano modela y pasa a bronce escudos de ciudades de Asturias. También vende hórreos. Piensa que no sería justo meter dinero de su pensión, cosa que perjudicaría a su familia.

Gusta Graciano Gallinar de acumular toda la información posible sobre las obras que realiza. De hecho, a las maquetas de monumentos del prerrománico asturiano les ha quitado todos los edificios añadidos con posterioridad. Recordamos tales monumentos: San Julián de los Prados, San Miguel de Lillo, Santa María del Naranco, Santa María de Bendones, Santa Cristina de Lena, San Salvador de Valdediós, Santiago de Gobiendes, San Pedro de Nora, Santo Adriano de Tuñón, Santianes de Pravia y San Salvador de Priesca.

¿Cuál puede ser el lugar adecuado para ubicar la colección de Graciano? Pues en la iglesia del antiguo Convento de Agustinas Recoletas, luego Fábrica de Tabacos, en Cimadevilla.