Al fin llegó el primer concierto de gran formato en esta edición del Festival Arcu Atlánticu. La plaza Mayor, un año más, se convertía en escenario marcando el comienzo de los días grandes del verano, y la inauguración tuvo un invitado de lujo. Los hermanos "Tejedor" volvían a la ciudad en el marco de una gira con la que celebran sus veinte años de trayectoria. Una carrera forjada a fuego lento pero con paso firme; en sus cuatro discos de estudio apuestan por un repertorio propio y por la combinación de temas instrumentales y vocales, siempre con la colaboración de importantes figuras del folk nacional e internacional.

La noche no podía ser más "atlántica": el orbayu comenzaba a tomar consistencia momentos antes de que el grupo saliera a las tablas, pero el público no se amilanó y aguantó impasible frente al escenario. Cuando arrancó la música la temperatura de la plaza comenzó a subir a base de decibelios, y es que los hermanos "Tejedor" vinieron acompañados de una nutrida banda de músicos para vestir sus composiciones. Todo encajaba a la perfección, con gusto, con elegancia, un sonido pleno pero no recargado; la base rítmica perfectamente afianzada, las armonías de las cuerdas avanzando de forma fluida y los hermanos José Manuel y Javier alternando el protagonismo melódico con la gaita y el acordeón. Buena actuación también la de Silvia Quesada, con una voz clara y limpia perfectamente adecuada a las canciones y detalles rítmicos interesantes al pandero.

Los temas siguen los patrones del celtismo, con una regularidad de estructuras cercana al pop, y esto es quizás lo que hace tan atractiva su música, esa aparente facilidad que muestran unas canciones con melodías circulares bien definidas. La variedad también es uno de sus fuertes: danzas, añadas, temas instrumentales y vocales? un repertorio que toca todos los palos con solvencia y profesionalidad. Llama la atención, no obstante, que apostaran por una canción de cuna como tercer tema, cuando la gente aún estaba entrando en calor, pero el empuje ternario de "Tres del cristal" y "Una muyer" fueron levantando el ánimo hasta recuperar todo el ritmo con la "Xota la punta".

A medida que avanzaba el concierto se iban sumando espectadores. El único problema es el de todos los años: las primeras filas están copadas por sillas y el control de sonido y la pasarela en el medio de la plaza funcionan como barrera visual que obliga al público a situarse en los flancos. Se pierde mucho espacio, algo que se podría solucionar alejando unos metros el control de sonido del escenario. Pero esa es ya otra historia.