Los legados de José María García perviven en el tiempo pese a los años transcurridos desde que el popular periodista se fuera a sus cuarteles de invierno y verano, pues tiene pagada la luz hasta el final de sus días, en frase propia. La situación política ha reabierto el diccionario de García. "No apoyaremos la investidura ni por activa ni por pasiva", repiten los portavoces de los partidos de la negativa a Rajoy en una mala copia de la fraseología garciana. Nadie explica, porque nadie lo sabe, cómo se niega una investidura por activa o cómo se niega por pasiva. Cualquier día de éstos saldrá un portavoz diciendo aquello de "Mariano, Marianito, Marianete", porque los asesores de la clase política creen que la modernidad y el cambio se quedan en los avances masivos de los líderes y ayudantes por los pasillos del Congreso. El diseño tiene esos riesgos, que la modernidad sea los latiguillos de José María García, al que han convertido en eterno.
