Agosto se ha abierto de capa en Gijón, con perdón del sector antitaurino, cargado de amenazas. Un poderoso industrial reclama, con razón, que sus terrenos sean dedicados en los papeles oficiales a industrias y no a jardincillos; el ministro de las cuentas pide que los ayuntamientos gestionen sus empresas con criterios contables y no con el tradicional "tira que libras". Y alguna que otra amenaza que no es del caso anima este comienzo del gran mes de Gijón. Luego resulta que las amenazas se van desinflando porque los que se sienten amenazados leen la letra pequeña de la papelería que les envían y descubren que el ciudadano local y el ciudadano visitante van a poder seguir subiendo al autobús municipal y acudir con normalidad al destino preferido. El Gobierno está en funciones, pero el Estado sigue en activo. Un concejal valenciano vendió la llegada de una carta similar a la recibida en Gijón como un atentado de la derecha. País.
