La sala estaba llena, como suele ser habitual en los conciertos que organiza el Museo Evaristo Valle, que ha conseguido con la programación musical que centenares de visitantes se acercasen a sus instalaciones. Era el cierre del "Ciclo de música de cámara", y el broche lo puso el guitarrista flamenco Pedro Navarro con un programa en el que se combinaron composiciones propias con versiones de piezas muy conocidas y arraigadas a territorios y estilos muy diversos entre sí. Navarro supo poner su sello personal, su aire flamenco, en todas las obras y el público se lo agradeció con una sincera ovación puesto en pie.
Salió a escena solo, con su guitarra en mano, y comenzó tanteando unas escalas para atacar a continuación las primeras notas de "Ojos verdes"; el compás lo mantuvo disuelto para manejar el tempo a placer, y la melodía fue alternando los marcados pulgares apoyados con los agudos sugeridos, a veces con arpegios. Con ese arranque ya se había ganado al público, y siguió en solitario con otra pieza en la que demostró el dominio del trémolo. Entró entonces Joan Herrero, y con él los ritmos empezaron a ser más regulares, a atender más al compás de los distintos palos flamencos: rumbas, tarantos, bulerías? Especialmente interesante resultó la fusión de lenguajes en "Dar es Salaam", una bulería con toques de funk en el pulso fuerte de la primera parte de compás y una armonía de cadencia andaluza, todo ello con adornos flamencos y alguna cita velada al "Concierto de Aranjuez".
Joan Herrero tomó las riendas para llevar el recital a su terreno, hacia el jazz, con la interpretación de "Mañanas de carnaval" y "Desafinado", ambas con estándares de bossa nova. Luego volvió el flamenco con la versión de "Mediterráneo" de Serrat por bulerías. En estas piezas falló puntualmente la compenetración, y es que el entendimiento con este repertorio no es fácil y pasa por muchas horas de ensayos o de escenarios. Se notó cuando Navarro volvió al repertorio propio, interpretó con seguridad y buena definición los fraseos de "Sambanera" (melodía de habanera sobre ritmo de samba), y de nuevo llegaron las inseguridades y los pulsos marcadoscon el pie de forma demasiado insistentemente en la versión de "Volver", lo que la hizo sonar algo machacona. El jazz latino de Chick Corea y Paco de Lucía puso la velocidad y la intensidad al concierto, y con la rumba "La pajarita", de Navarro, consiguió que los pies y las cabezas de los asistentes no pudieran evitar acompañar el ritmo. Los bises parecían descontados, y como estábamos en un homenaje al gran Paco de Lucía, no podía faltar su obra más conocida: "Entre dos aguas". Así terminó el concierto, un viajemusical con duende que da buena muestra de la versatilidad y el arte de Pedro Navarro a la guitarra.