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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Las gaitas de Montoro

Una carta de Hacienda al Ayuntamiento que ha puesto de los nervios al equipo municipal de gobierno

De los múltiples instrumentos musicales que los diferentes folklores de los pueblos se han ido dotando, a nosotros nos ha tocado la chirriante gaita de híspido sonido y el martilleante tambor. No hemos tenido suerte y, para colmo, los últimos años se han puesto de moda las bandas de gaitas que, pretenciosamente, pretenden conjuntar dulces sones, cuando consiguen tan sólo aumentar el horrísono horror. Estos días atrás, inmisericordemente y en sesiones vespertinas, ha tocado ración de gaitas bajo mis alegres ventanales. Cornamusas en masa para disturbar lo máximo posible. Es de suponer que la actividad perciba retribución dineraria municipal que, escasa o abundante, es mucha para el público que congrega -tantos gaiteros, tamborileros y familiares, porque estos grupos siempre llevan nutrido grupo de parentela, como de espectadores-. Es lo que se entiende por festejo: hacer ruido con lo que sea. Y si lo hacemos disfrazados de costumbre ancestral, miel sobre hojuelas. No hay nada como el ruido con coartada étnica: eso tiene más mérito, a dónde vamos a parar.

Ya tenemos en marcha la Feria de Muestras, que esa no molesta a nadie porque está en su recinto y el que no quiere no va y todos tan contentos. Por cierto, el acto de la inauguración del pasado viernes fue presidido por el presidente del Principado, Javier Fernández, y no por la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, que fue una importante representante del gobierno de España. Pero el representante ordinario del Estado en Asturias, como en toda comunidad autónoma, es el presidente regional. Ello sucedió siempre así desde que hay Principado de Asturias, salvo cuando Álvarez-Cascos, para poder presidir él, por encima del presidente regional, se hizo nombrar representante específico del presidente del Gobierno de entonces, José María Aznar. Son curiosidades protocolarias que en el caso de Cascos dicen bastante de su atrabiliaria personalidad y, en el caso de los que se empeñan en decir que el acto inaugural de la FIDMA fue presidido por la ministra Báñez dice también algo de la falta de conocimiento protocolario o de la buena o mala fe de quien de ello equivocadamente informa.

Y mientras todas estas emociones nos embargan, los que mandan en el Ayuntamiento de esta nuestra villa marinera se enteran a los doce día que desde el ministerio del inusual ministro Montoro les mandan una cartita con reclamaciones de grueso calibre como que disuelvan algunas empresas y otros organismos municipales. Ya les vale. Tan bien debe funcionar la maquinaria funcionarial y tan acostumbrados deben estar su plantilla a no seguir directrices políticas que se considera innecesario que la concejala delegada de los aspectos económicos o la muy caritativa cirujana se enteren de ello en tiempo real. Menudo Ilustre Ayuntamiento. ¿De qué se ocuparán los mandamases? De saraos, recepciones y otras minucias.

Podrían preocuparse de buscar solución a la forma de acometer la financiación de los servicios públicos y de que esas empresas públicas y demás fundaciones y patronatos hagan anualmente, todos, unos presupuestos realistas, con los costes de verdad, para no tener luego que proclamar déficits de explotación y que el susodicho Ilte. Ayto. no tenga que acudir apremiado a insuflar dineros. Los servicios públicos cuestan el dinero que cuestan y no estaría nada mal que sus gestores presupuestaran lo más apegados posibles a la realidad los costes de explotación: es lo mínimo que se les puede pedir. Porque estamos hartos, un año tras otro, que unas cuantas de esas entidades -casi siempre las mismas- se equivocan y se quedan inveteradamente sin fondos un ejercicio tras otro. ¿Por qué no hacerlo figurar todo desde el principio?

Los servicios públicos ya sabemos que cuestan dinero y para costearlos está ese Consistorio que recauda sus tasas, sus impuestos y demás exacciones. ¿Por qué estropear una gestión con los borrones de los repetidos déficits anuales? Otra cosa es que, en algún ejercicio, circunstancias especialísimas produzcan gastos extraordinarios. A no ser que se consideren extraordinarias situaciones como las del malhadado certamen de las películas con un tan peculiar director que ya anda echando sapos y culebras por su próxima defenestración. Pero no todos pueden ser tan incompetentes y desahogados. La mayoría seguro que son gente normal que sabe acerca de lo suyo.

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