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Temblemos, nos han descubierto

Los valores que hacen de Gijón y Asturias un territorio ideal para el turismo y la diversión

Era cosa de tiempo que nos descubrieran, yo sabía que iba a pasar tarde o temprano: Asturias, paraíso natural, que no es una frase publicitaria sino una realidad palpable. Un paisaje inmejorable, una conjunción de colores que emborracha, unas montañas que nos protegen del mundo y para los que las recorren un deseo irrefrenable de volver, pasearlas o escalarlas todas. Unas playas de arena fina, un mar, a veces tranquilo, muchas veces embravecido pero siempre hermoso, con sol, con lluvia, con viento, con brisa, azul o gris. Unos ríos, antes llenos de peces magnificentes, ahora por culpa de la codicia humana cada vez menos. Caza en los bosques. Aves en el cielo de todas las especies para los estudiosos. Árboles, arbustos, plantas, flores, algunos que sólo se encuentran aquí. Paseos umbrosos entre los árboles, caminando bajo una alfombra de hojas, escuchando los pájaros y soñando.

Arte en cada lugar, en cada piedra. Somos los mejores exponentes del arte prerrománico, pequeñas iglesia recoletas, en lugares privilegiados. Nació con el comienzo de la monarquía asturiana, a finales del siglo VIII. Arcos de medio punto y peraltados pero no de herradura, arquerías ciegas en el interior y contrafuertes en el exterior, decoración interior con pinturas al fresco. Decenas de ejemplos de este arte: la Cámara Santa en la Catedral, San Julián de los Prados, San Miguel de Lillo, Sta, María del Naranco, Santa Cristina de Lena y un larguísimo etcétera. Restos romanos, las termas en Gijón, La Campa de Torres, la Casa Romana.

La gastronomía, lo mejor de lo mejor. A mí me entra la risa cuando oigo hablar de estrellas Michelín, de chefs importantes porque en Asturias en cada restaurante, sidrería, casa de comidas hay chefs dignos de montones de estrellas, con platos supersabrosos y abundantes, no esos trocitos con muchos nombres que llenan una cucharada y que cuestan cifras con muchos ceros. Nuestras fabadas, cachopos, pescados, pitos de caleya, caza, chorizos a la sidra y los postres para chuparse los dedos, no en vano somos los más "llambiones" de España, y claro Asturias es la comunidad autónoma más dulce, con las mejores confiterías del país. Especialistas en princesitas, marañuelas, carballones, moscovitas, tartas como "la gijonesa", la de milhojas, las de manzana, las de almendra, los inmensos pasteles de merengue con los que te pringas hasta la nariz... Tenemos los mejores especialistas en chocolate que han ganado numerosos premios y no puede faltar el arroz con leche, nuestro postre estrella.

Nuestra sidra espectacular, los modernos sidreros y los antiguos trabajan duro para mejorar el sector y lo están consiguiendo.

El tiempo es nuestro talón de Aquiles, pero el que viene aquí sabe que el sol no está asegurado, claro que el día que sale es espectacular. Este verano no estamos teniendo suerte, un día de sol, otro nublado, otro orbayando, de todos modos tenemos mucho turista que huye de las extremas temperaturas de su tierra y está feliz de poder dormir a pierna suelta, incluso con una mantita.

Y por último los asturianos que somos desesperantes, nos ponemos verdes unos a otros, muchas zancadillas, muchas envidias, mucho vivir de mamá estado pero como anfitriones somos inmejorables, compartimos con los que nos visitan todo lo que tenemos y regalamos nuestra amistad con elegancia. Todos los turistas se contagian de nuestra gana de juerga, nos encanta divertirnos, salir, comer, beber, bailar, nuestras fiestas de "prau"son famosas y bailamos todos y cantamos todos porque nos gusta la música y formamos un "coriquín" en cada esquina.

Gijón es la ciudad de la diversión, nuestra Alcaldesa y su Corporación programan actividades para todos los gustos, edades y condiciones. No hay un día que no haya algún acto para todos y cada uno. Conciertos, talleres, ferias gastronómicas, diversión en la calle. Fuegos artificiales. Claro, con todo esto, la ciudad bulle, y propios y extraños tan felices.

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