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Crítica / Arte

Un Quijote comentado con pinturas

El pabellón de los Masaveu en la Feria de Muestras propone un diálogo de Cervantes con muestras de arte pictórico

En el pabellón de la Corporación Masaveu, obra de los hermanos Alfredo y Alejandro Miranda, con estética de hormigón visto y huellas del encofrado de madera en las paredes, inaugurado en el año 2005, se celebra en la actual edición de la Feria de Muestras un homenaje a Cervantes. En el centro de la sala, dos vitrinas con antiguas ediciones del Quijote y "Los trabajos de Persiles y Segismunda", adquiridas por el fundador, Pedro Masaveu y Masaveu, que fue un gran bibliófilo. Enfrente siete cuadros de la colección Masaveu, que se presentan dialogando con el Quijote. En los alrededores, mapas y gráficos con el conjunto de empresas y actividades industriales de la Corporación Masaveu. Algo ha cambiado también en el exterior: la nueva marca de la Corporación (una M azul con un punto rojo bajo el palo derecho disminuido), el olivo plantado y una placa solar, símbolo de la apuesta familiar por las energías limpias. Como el pabellón se asienta sobre una plataforma a modo de antiguo estilóbato, palabra griega que significa lo que está debajo de la columna, en momentos de gran afluencia veremos gente sentada aprovechando el desnivel.

El caso es que en el catálogo la muestra se titula "La Fuerza del Medio Ambiente". Y en efecto, las primeras páginas se dedican al compromiso firme de la Corporación Masaveu con el medio ambiente, asunto que se escenifica mediante proyectores en un rinconcito del pabellón, visualizando la gestión de 200.000 hectáreas de bosque amazónico, presentada como ejemplar. Hay también cifras sobre la no emisión a la atmósfera de tantas y cuantas toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2) -gas de efecto invernadero- en las empresas Masaveu.

Vayamos ahora con los cuadros elegidos, que pretenden ser como un breve párrafo del Quijote, pues el hidalgo caballero alaba la naturaleza, anima a Sancho a buscar plantas medicinales y escribe a Dulcinea con plumas de ave. Empezamos con "Infancia feliz" de Orlando Pelayo Entrialgo (Gijón, 1920 - Oviedo, 1990). Vemos un niño sentado en un carricoche al que hace avanzar con pedales y cadena de bicicleta. El caballo lleva una rueda debajo. Si Alonso Quijano sueña con ser caballero andante, el niño sobre su carricoche de juguete fantasea también con ser otro personaje. En esto se parecen. Más difícil resulta buscarle un parecido al cuadro de Daniel Vázquez Díaz (Nerva, Huelva, 1882 - Madrid, 1969) pintado hacia 1911, "La familia del marinero", donde la pareja contempla a su hijo durmiendo, con barcas al fondo.El parecido consiste, según el comentarista del catálogo, en el contraste entre la serenidad de esta escena y el desastre de don Quijote derribado por las aspas de los molinos de viento del Campo de Criptana. Sin embargo,la obra "Lavanderas" de Eliseo Meifrén (Barcelona, 1859 - 1940) se justifica por sí misma con una cita del Quijote (II parte, capítulo 50), en que un paje de los condes, que llevaba una carta para Teresa Panza, al entrar al pueblo de Sancho "vio en un arroyo estar lavando cantidad de mujeres". No pensamos hoy que lavar ropa en las riberas de los ríos sea una actividad acorde con el respeto a la naturaleza. Pero no se habla de ello porque es cosa imposible en nuestros días.

Las dos siguientes obras son de Joaquín Sorolla Bastida (Valencia, 1863 - Cercedilla, 1923), una es "Cuidando las gallinas" (1885) y la otra "Elaboración de la pasa" (pintado en Jávea el año1900). Carecen de referencias al Quijote, salvo que son oficios de antaño "que eran realizados en armonía con la naturaleza", como titula el capítulo 3 del catálogo. O sea, que volvemos a la fuerza del medio ambiente. Una nueva cita del Quijote justifica la presencia del cuadro "Bajando a Las Caldas", de Augusto Junquera Lavín (Oviedo, 1869 - 1942). Vemos un carro de bueyes guiado a pie por el boyero, que va a segar y recoger hierba, acompañado de su mujer y su hija. Tema que se compara con el boyero que en su carreta "acomodó a don Quijote sobre un haz de heno" para llevarle a su pueblo, en el capítulo final de la primea parte. Y terminamos con "Feria asturiana" de Evaristo Valle (Gijón, 1873-1951), que supo pintar la naturaleza brumosa de una Asturias de infinitos tonos verdes y las costumbres de los campesinos que viven de la tierra. La feria era una ocasión de convivencia y charla entre campesinos y ganaderos, viéndose en este cuadro tantos varones como mujeres, que también trabajaban la tierra y cuidaban del ganado. Pero ninguna referencia al Quijote y eso que Evaristo Valle fue perfecto conocedor de la obra cumbre de Cervantes, como de todos los interesados en su pintura es bien sabido.

Conviene ahora ir concluyendo. Los visitantes no establecen relación alguna entre el Quijote y los siete cuadros presentados. Cuando se produce una visita guiada, la encargada de esta tarea no toca el tema, ni siquiera la idea principal, el respeto a la naturaleza, el cuidado del medio ambiente. Las explicaciones se limitan a hablar, como es habitual, del autor, su época y su manera personal y característica de pintar. En este sentido la exposición es un fracaso. El visitante no sale con idea clara de por qué han sido elegidos estos cuadros y no otros. Y en cuanto al catálogo, cuatro observaciones. Primera: la relación entre textos de Cervantes y cuadros escogidos resulta puramente circunstancial y no se puede elevar la anécdota a categoría. Segunda: no se sabe quién lo escribe, nadie se responsabiliza ni de la idea general ni de la elección de los cuadros. Tercera: en la lista de exposiciones anteriores, han desaparecido también los nombres de las personas que han escrito en ellos. Cuarta: las imágenes de los cuadros distan mucho de su color original, defecto que no creo achacable al fotógrafo Marcos Morilla, sino a la imprenta.

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