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Para cambiar

La tercera revolución industrial

El gran cambio que vendrá de la mano de las nuevas fuentes de energía, la comunicación y la innovación en las formas de transporte

La segunda, que empezó con el siglo XX en USA, fomentada por los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) y el desarrollo tecnológico del teléfono, los automóviles, la radio, televisión, aviones y la creación de nuevos materiales, está en declive y a punto de agotarse, dejándonos un mundo inestable y desigual con un modelo económico oxidado además de una preocupante aceleración del deterioro ambiental debido al cambio climático. La tercera revolución industrial, que cambiará el mundo, es una realidad inminente que describe muy bien Jeremy Rifkin en su libro "La sociedad de coste marginal cero". Este gurú nacido en Denver en 1943 augura un proceso nuevo -ya ha empezado en algunos sectores- en la producción y distribución de bienes y servicios. Este gran cambio económico vendrá de la mano de tres factores: las nuevas fuentes de energía, la comunicación y la innovación en las formas de transporte y logística. En los próximos años, el giro más significativo será el de la generación y suministro de la energía, que acabará siendo gratuita. Cientos de millones de personas, oficinas y fábricas producirán su propia energía renovable y limpia cuya materia prima será el viento, el sol y el agua, que no tienen coste, al contrario que los combustibles tradicionales que hay que extraer, refinar y transportar. El sobrante del consumo se incorporará y repartirá a través de internet en lo que Rifkin llama economía participativa, que viene a ser lo mismo que ya ocurre con la democratización de la información, el comercio global y las relaciones sociales.

¿En qué etapa estamos ahora? Les diré que en cuanto a comunicación el futuro ya es una realidad; una muestra es que cualquiera de nuestros teléfonos móviles lleva un ordenador dentro 20 veces más potente que el que envió al primer hombre a la Luna. En cuanto a la economía colaborativa basada en la equidad, solidaridad y autogestión, el proceso ya se ha iniciado y avanza a pasos agigantados; ahí está Wikipedia, blablacar, la producción y distribución de cultura y música, la información digital, redes sociales, alojamientos y el comercio electrónico en un acercamiento progresivo entre productores y consumidores con una asignación de recursos más eficiente.

En el capítulo de la energía renovable, los avances son mayúsculos, como ocurre en Alemania y otros países nórdicos, donde la electricidad generada ya es el 37% del total y está previsto que en 10 años alcance un porcentaje del 70%. Verán que el petróleo llegará en muy poco tiempo a los 15 dólares y dentro de 20 años los coches tal como los entendemos hoy habrán desaparecido porque, no solamente serán eléctricos, sino que el transporte público y compartido hará que se suprima más de la mitad del parque de automóviles. También el uso del dinero, con tipos de interés muy cercanos al cero, será casi gratis, así que las entidades financieras tendrán que buscarse la vida en otros negocios complementarios, más si tenemos en cuenta que en su actividad entrarán las grandes multinacionales tecnológicas. La fabricación de productos industriales será realizada solamente por máquinas, aunque, eso sí, planificadas por el hombre, pero sin su intervención directa.

Aunque quedan muchas preguntas en el aire y el desarrollo será complejo y laborioso, en parte por la falta de visión de estos políticos molondros que ya debería estar planificando estructuras modernas y un sistema educativo del siglo XXI para afrontar esta etapa, la tendencia del proceso es imparable y los países que no se enganchen a ese tren acabarán en el subdesarrollo.

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