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Patricia y Quirina

La tarea invisible de propiciar infancias felices caninas a futuros perros guía

Mi amiga Patricia lleva nueve meses criando a Quirina, una labradora que en breve comenzará su adiestramiento para ser perra guía de una persona ciega. Pocos, salvo los iniciados en el mundo de estos canes, saben de la existencia de estas personas sensibles y generosas, imprescindibles en una primera fase de la vida del animal, en la que éste ha de crecer feliz y socializarse acompañando discretamente a un humano de día y de noche, en su actividad laboral, familiar y social. Son los amorosos propiciadores de infancias felices caninas, a los que luego se pide que sepan dejar volar a sus retoños.

Porque estas personas o familias tutelantes de cachorros, cómplices de la Fundación Once del Perro-Guía para poder ofrecer a cada persona ciega el can que se adapta a su personalidad y rutinas, no reciben nada a cambio y han de estar preparados para el desgarro: verles marchar después de un año de convivencia absoluta. Ése es el compromiso que está a punto de cumplir Patricia. Ya ven, aquí hay historia y de la auténtica.

Las razones para tutelar a un futuro perro guía e ir dejando partir trozos de ti para regalarlos a la vida de otros, son tan variadas como personas se muestran dispuestas a hacerlo -se entregan un centenar de canes al año en toda España- pero no cabe duda de que hay que tener corazón inmenso y alma sabia para brindarse a hacer lo que nadie te ha pedido ni te recompensará con honores o dineros. En el caso de Patricia, profesora y musicoterapeuta, habla de ello con un entusiasmo contagioso; el premio -viene a decir, bajo la atenta mirada de Quirina- está en la propia vivencia, la relación criador-can? y también todo lo que sucede alrededor. Y suceden cosas constantemente.

Un cachorro de perro guía lleva peto indicativo y dispone de documentación acreditativa. Ha de ser tratado como lo sería un "profesional" que acompañase a su dueño invidente, es decir, debe tener acceso a transporte, hostelería, alojamientos, espectáculos? El problema es el vacío legal. Todas las comunidades autónomas han legislado en materia de perro guía, bien con normas específicas, como Madrid, Galicia o Valencia, o bien en el marco de normativa sobre accesibilidad, como es el caso de Asturias. Pero los "futuros" perros guía son los grandes olvidados, así que nuestros sufridos tuteladores han de ir explicando a cada paso por qué sin ser ciegos llevan perro guía y por qué el suyo es más bien un atolondrado y juguetón cachorro con chaleco.

Es evidente que hay ahí una tarea normativa pendiente pero es llamativo -me cuentan- el impacto que tanta explicación y la presencia de estas curiosas parejas genera alrededor. Sólo residentes en Madrid o provincias limítrofes puede tutelar estos cachorros por proximidad con la sede de la Fundación Once del Perro-Guía pero lógicamente se mueven por toda España. Este verano, por ejemplo, los dueños de Zadel visitaron Cudillero y San Juan de la Arena, y los de Yarri y Kin hicieron turismo en Gijón. Tras las oportunas explicaciones, no sólo no tuvieron ningún problema de acceso sino que particularmente en el caso de nuestra ciudad, la acogida fue muy afectuosa en establecimientos hosteleros. Qué bien sabemos hacerlo cuando nos guía el corazón, sin necesidad de que nos lo imponga el BOPA.

Sin embargo, en honor a la verdad, un hotel de Luarca, sin atender a razones, dejó sin alojamiento a una pareja con cachorro guía, aunque en tiempo récord otro establecimiento se lo brindó sin problemas. En estas crónicas tan particulares también hay bañistas airados amenazando con llamar a la Benemérita, miradas asesinas en restaurantes y resistencias numantinas dignas de análisis clínico. Pero ¿quién no se tropieza regularmente con almas emponzoñadas? Si alguna de ellas ha llegado hasta aquí en la lectura, aprovecho para decir, siempre es tiempo de abandonar el lado oscuro.

Por su parte, Patricia va regularmente al cine con Quirina, ha hecho con ella este verano el Camino de Santiago y ambas fueron protagonistas involuntarias del musical "Cabaret" cuando el maestro de ceremonias inició su descenso a la platea y se topó con un cachorro labrador sesteando en la fila uno, pasillo central, al lado de mi emocionadísima amiga. Huelgo decir que esa noche Quirina fue la reina del cabaré sin necesidad de hacer el cancán. Patricia asegura que en todos sitios se sienten bienvenidas porque, sentencia, Quirina saca lo mejor de las personas que tiene alrededor. No es de extrañar.

Les confieso mi admiración por estas gentes y mi fascinación por la historia de Patricia y Quirina; contándola a mis alumnas y alumnos coseché el silencio más conmovido del curso y esos comentarios que te lo compensan todo. No tengo duda de que Quirina será una gran perra guía y ¿quién sabe? quizás madre de futuros perros guía. Para mi querida y admirada Patricia me reservo mi particular definición de "corazón guía" ¿hay algo más necesario en este mundo atormentado que gentes derrochando entrega desinteresada y sensibilidad? Son imprescindibles.

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