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Al caudillo ilustre

La odiosa comparación de Cánovas del Castillo con los conservadores de hoy

En el lejano octubre de 1887 estaba Antonio Cánovas del Castillo, "el Caudillo Ilustre de las fuerzas conservadoras", lamiéndose la heridas de su derrota política, fortaleciendo su espíritu en la oposición y, además, en trance de contraer nupcias con una hija de los nobles señores de Puente (no don Julio), bautizada como Joaquina, nombre raro hoy, pero muy al uso en aquellas kalendas, -como hoy, afirman por "Galiza", se encuentra en trance de venturoso enlace, el orensano Feijoo, cuyo matrimonio suponen se celebrará a las 21:30, hora de don Antonio, del miércoles 28 de diciembre próximo, para mostrar que el programa político de rejuvenecimiento y repoblación que impulsan por sus huevos las gaviotas del envejecido reino de Melchor, Gaspar y Baltasar, se practica andando...

Aseguran los "iniciados" que en el banquete nupcial se ofrecerá como plato principal, en el marco histórico del monasterio benedictino de San Estevo de Rivera del Sil, el mítico salmón, por el que el conde Fernando de Trastámara, casi condenó a la ruina al poderoso cenobio, a pesar de la intervención en su favor, del Abad Viliulfo, que entre sus trofeos políticos ya lucía una mitra arzobispal?

Para sumarse en aquel octubre de 1887 a las "íntimas satisfacciones" y a la consolación política del caudillo don Antonio, un grupo de prohombres del conservadurismo católico, apostólico y romano patrio, encabezados por los exponentes astures, como descendientes legítimos de la reconquista, Pelayo y Alfonso Lorenzo el Casto, ofrecieron un "pequeño obsequio" al "Caudillo" español, consistente en un magnífico tríptico del siglo XV. En el cenobio de la Rivera del Sil, serán testigos del enlace dos tablas, aparentemente de la época misma del tríptico, que reciben al visitante, pero que, en realidad, parecen obra del famoso "monseñor" leonés, que tantas tablas viejas dejó primorosamente pintadas en oro al viejo estilo renacentista.

Con el tríptico, sosteniéndolo y pagándolo, estaban los ricos Pidal, don Alejandro y su hermano el marqués; el no menos pudiente conde de Canga Argüelles, el marqués de Canillejas, el conde de Revillagigedo?, tan rico que en Gijón por aquellos años le llamaban el "Amú" (con acento incluido)?

Por el entonces de 1887, había gobierno, firme y largo, que mandaba don Práxedes Mateo, y los súbditos hasta se permitían opinar,? y hasta criticarle para recordarle la triple promesa, aún incumplida, cuando comenzaba la tercera y última fase de la legislatura, de Sufragio Universal, Matrimonio Civil y Ley de Jurado...

Cuando se compara desde las antípodas ideológicas, y con la tranquilidad del paso de casi siglo y medio, el quién era entonces, y cuáles las virtudes y méritos, del "Ilustre Caudillo", que iba a casarse, y quiénes los capitanes asturianos de su "tropa conservadora" (Romanones dixit), con quién es hoy el "Ilustre Caudillo", (don Mariano, víctima del 2 de setiembre, día de retirada de la canícula, que debió ser de su retirada política), y quiénes sus tenientes astures?,(excusen el detalle enumerativo), la moral cae a los pies del comparante y resto de la feligresía; y debe uno ponerse a rebuscar su moral entre pies de feriantes de la Estación, de Begoña o la Plaza Mayor, o por entre los corchos de las botellas de sidra olvidados en el "solarón", donde una cofradía de industriales, -nada altruista, ni desinteresada-, montó en beneficio propio, aunque con dudoso resultado, casi cien horas de romería de sidra y pulpo, regadas generosamente con los rugientes sones de una de las grandes orquestas gallegas, que para que nadie perdiera ni una sola nota de su repertorio, lanzó desde su gigantesco "tráiler", sobre la pared de San José y la torre de Bankunión, un torrente atronador de sonido tan, tan, tan? que conmocionó el Carmen, el Humedal, San Esteban, Corrida, Jovellanos, y hasta San Lorenzo? del Escorial! Más valiera, y menos les costara, a los sidreros dar con cada botella vendida dos huevos cocidos que mil rugidos de altavoz?

La cofradía festiva del señor Salvador, -que terminará arruinando el comercio y la cultura, a Gijón, Somió y la Isla,? y que ahora entrega, como si tal cosa, a la misma Isabel la Católica, a las manos ávidas de un tribu de avarientos sefardíes?, que como los del "Arcu", o los de las ferias y mercados romanos, medievales, o ferrocarrilanos, quieren hacer negocio, negocio y negocio, y solo negocio, en y con el espacio público que generosamente les entregan las hormigas del Foro y sus círculos amigos, azules y morados, sin importarles una higa, ni un higo, la dignidad, tranquilidad y reposo de esta vetusta villa, ayer chimenea industrial potentísima, y hoy desnortado polo de zafiedades y supercherías, supuestas operas incluidas, que van de las "gloriosas romerías urbanas" a los groseros e indescriptibles desfiles de solteros y solteras, cuadrillas que vienen a Gigia a gastar cuatro duros, y hacer ganso y gansadas, que no osarían en su villas de procedencia?

Libertinaje de la autoridad es la entrega de los espacios públicos a la avidez privada, como hacen las hormigas forenses con Gijón, partido auxiliar sanitario del Caudillo de las fuerzas conservadoras del exinvicto Rajoy y de Rivera, el señor del partido "sin objeto".

Cuando las romerías y ferias políticas lleguen al día final, entonces, y solo entonces, será cuando veamos al Sumo Hacedor bajar de los cielos sobre una nube mostrando todo su Poder y su Gloria sobre el locum hispaniae y asturcón, para decir por uno de los micrófonos de la gran orquesta gallega: -"¡Probinos!, míos; sois más "oveyes" que la Lucera".

Y el Señor se esfumará por los mismos cielos por los que había descendido? Y nos abandonará a rebotar el 25, si los indolentes siguen a "soriazos" en todas las vergüenzas de la madre patria y sus "oveyes".

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