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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Absolutismo poco ilustrado

Un gobierno municipal que se preocupa más o menos por la gente según el barrio donde viva

Daba pena al pobre concejal Arrieta contestar a los interrogantes de la oposición sobre el estado deplorable de su responsabilidad: el mantenimiento y las obras. Los opositores preguntaban políticamente y el buen funcionario Arrieta, pero deplorable concejal, contestaba con el procedimiento por el que se formalizan los expedientes. Ahí tenemos un ejemplo de la división de funciones entre gestores políticos y empleados públicos y la división de funciones entre unos y otros. Los de Foro quieren hacer un papel procedimental, sin enjundia política, fiándolo todo a la marcha funcionarial y, así, han conseguido paralizar la villa y su concejo. Confunden el uso de los parques, se les inundan las calles, no aciertan en los festejos, subvencionan arreglos de fachadas y castigan económicamente a decenas de vecinos: los expedientes crecen, pero las soluciones faltan y la ciudad se convierte en fallida. Es el sino de Moriyón, funcionaria también ella, agarrada a los procedimientos. Daba también pena, ante el regocijo del concejal socialista José María Pérez, interrogar a la interventora en plena sesión plenaria: "Pero, dígame, ¿es o no legal?". Y a la interventora no le quedó más remedio que dar la razón al concejal socialista opositor, las cosas de pueden hacer de diferentes formas dentro de la legalidad sin perjudicar tan gravemente a los vecinos. Pleno para la oposición, pero adelante con los faroles.

Tomemos un ejemplo: la calle Brasil. Se inunda cíclicamente y, con la misma frecuencia, acaba saliendo alguien de Foro contando a los sufridos vecinos que paciencia. Ahora ya lo fían para más lejos. Cada nueva inundación retrasa la fecha de la solución. Es decir, con este gobierno municipal vamos hacia atrás; los problemas se convierten en crónicos sin que se les dé solución y los males fueran inevitables. Si a los vecinos de la zona les cobran lo mismo por el saneamiento en el recibo del agua, ¿por qué soportan un peor servicio que el resto?

A este tipo de situaciones se les suele llamar prioridades de gobierno, pero estos majos prefieren buscar soluciones caras para que las películas del certamen de cine se sigan proyectando -con aumento de gasto- en el barrio del centro y ni pensar en la Calzada. O sea, en su cerebro político límbico está inscrito el mensaje que hay barrios dignos de unas cosas y otros no. Si las inundaciones fueran en la calle Menéndez Valdés, pongamos por caso, ¿tardarían el mismo tiempo en solucionar el problema o se darían mayor prisita? Para Moriyón y los suyos, cada día que pasa queda menor duda, hay barrios de primera y otros de segunda o tercera. Y como piensan así, actúan en consecuencia, con los consabidos agravios por comparación entre unos ciudadanos y otros.

Curiosa piedad institucional, con la costumbre de asistir oficialmente a actividades religiosas y luego distinguir por clases o barrios a unos administrados y a otros. Mucho encocorarse en público la caritativa cirujana, pero distinto rasero a la hora de actuar a favor de la ciudadanía, separando por estamentos a las personas según la zona de su residencia, por ejemplo. Y, si nos quedan dudas, fijémonos en el atropello que se está cometiendo con los pobres vecinos de Francisco Eiriz, para los que no parece haber solución. Se vendió políticamente el acondicionamiento de las viviendas, pero nadie les contó las consecuencias fiscales del regalo, bien envenenado fiscalmente, proporcionándoles un trato con auténtico absolutismo, como si los ocupantes de las viviendas afectadas fueran todos expertos avanzados en fiscalidad aplicada.

Mientras unos sufren injusticias en barrios "periféricos", sufran y sufran los ediles foristas por no poder proyectar las películas del decadente festival en que han convertido el certamen del cine en pleno centro. Eso es un gobierno municipal socialmente preocupado por el bienestar de la gente. Sigue sin haber por donde cogerlos.

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