Si una cadena de televisión ha sido capaz de convertir durante décadas en personaje a una señorita semianalfabeta que mantuvo un romance con un torero, todas las cadenas son capaces de elevar a la categoría de acontecimiento la devolución por orden judicial de un niño a su madre biológica. El matrimonio que acogió al niño entregado por los organismos competentes en una decisión que puede que merezca explicación está montando un espectáculo televisivo al que se incorporan portavoces más o menos solventes que ponen verdes a los magistrados del Supremo que han denegado el recurso de la pareja. Hace algunas jornadas apareció una mujer que anunció que no se sabe qué tribunal iba a echar abajo la sentencia del Supremo, entre el escándalo de los tertulianos de la cadena. Un hecho natural, la devolución a una madre de su hijo, no puede ser motivo de espectáculo televisivo por más que divierta a un segmento de la audiencia.
