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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Estado de la cosa

Habrá concilio edilicio para analizar cómo va la villa y lo tendrán crudo para concluir alguna cosa

Se acerca esa sesión plenaria consistorial que pomposamente se ha dado en llamar "estado del municipio" y que, ya desde hace años, ha servido para casi todos menos para que la gente de nuestro pueblo se percate de por dónde va la cosa. Los concejales, incluida la primera autoridad municipal, según lo que toque en cada momento, utilizan sus discursos para cuestiones que a los ciudadanos nos suele sonar a chino.

Tiene nuestra villa y su concejo un tamaño y un número de habitantes suficiente como para que en una reunión del ayuntamiento no se pueda descender a las cosas pequeñas, así que hemos de ir a percepciones muy generales, a trazos gruesos, en los que se adivine un perfil neblinoso, casi indefinido. Y la percepción de este último año es que se ha ido a menos, no ya en un precario crecimiento económico, sino en muchos otros aspectos. La urbe que en los últimos años ochenta del pasado siglo había recobrado el pulso, la ilusión ciudadana, se ha venido abajo. La sensación es que las cosas públicas se hacen a desgana, como por obligación, no con entusiasmo. Los habitantes de la ciudad perciben que falta aquel impulso que nos sacó del bache en el que nos habíamos hundido. Sentimos que somos gobernados con el piloto automático puesto sin mano que lleve la gobernanza con ideas en la cabeza, con afán de administrar lo existente, pero sin proporcionar un relato de ciudad al que desde la política, desde la gestión pública, se interprete y se proporciones sentido a nuestra realidad que, la verdad, no es muy boyante. Las gentes del equipo de la caritativa cirujana no logran ni por asomo convertir en comunicación al público sus proyectos políticos -probablemente porque no los tienen, desaprovechando las oportunidades para ofrecer a la ciudadanía, al menos, una sensación de humanización de la política municipal que, se dice, es la más cercana a la ciudadanía.

Nos gobierna un grupúsculo de rancia derecha, paradójicamente apoyado por los restos de un pequeño sindicato local que no dudó en utilizar la violencia como método de negociación o persuasión, que ni tan siquiera siente el placer estético de la palabra y de la historia bien narrada para convertirlo en aliado de su acción política; se conforman nuestros mandamases municipales con acudir a la disculpa técnica: las cosas se hacen de esta u otra manera porque "lo recomiendan los técnicos". No hay impulso político y eso se nota, vaya si se nota. De ahí la sensación de atonía y desánimo de la los habitantes de esta populosa villa marinera, porque el efecto de un buen relato perdura y resiste a los envites de los pequeños o grandes fallos cotidianos. Los concejales de Foro han renunciado a ser los narradores de alguna clase de proyecto político. De ellos está ausente intencionalidad alguna: no tienen historia que contar y, por lo tanto, gestión que explicar. Su voz es muda y es, por ello, incapaz de generare expectación. Sus gestos, su lenguaje es meramente administrativo, impersonal, alejado de cualquier clase de compasión. Han renunciado a la parte de la capacidad expresiva de la política de la palabra. Somos para este grupo de gestores públicos meros administrados y todo ello teñido por un deplorable sentimiento de que los administrados están divididos en estratos según los cuales han de recibir un tratamiento u otro.

Y no hablamos simplemente de oratoria, también necesaria ni tampoco de facilidad de palabra. Nos referimos a las historias que nos cuentan las palabras y construcciones políticas, es decir los hechos. Porque esos hechos son la historia política, es decir, la clave. ¿Qué estado del municipio, por tanto, si ni tan siquiera hay alguna clave para entender nuestra realidad ni proyecto de ciudad al que referirse para explicarlo?

Muchas redes sociales en la sociedad en que hoy estamos inmersos y por eso estamos cada vez más necesitados que nunca de historias para ser compartidas. ¿Qué historias podemos ofrecer para compartir con nuestro entorno, para volver al camino de la ilusión ciudadana que sirvió no hace tanto de guía y locomotora al resto de la provincia?

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