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Profesor de Geografía e Historia

Sumar en positivo

La más que cuestionable justicia de repartirse la propiedad o el mérito ajenos

La cuestión no estriba en pelearnos por trozos de tarta, sino en conseguir que la tarta sea mayor en beneficio de todos. La economía no es estática, como una foto; el crecimiento económico es dinámico, como un vídeo. Llama la atención ver a diputados autonómicos asturianos, en su propuesta de reforma del "Impuesto de Sucesiones" regional, con las tasas más altas entre las 17 comunidades autónomas españolas, plantear que lo justo es que por encima de una cantidad arbitraria se multiplique el impuesto. Que si heredas por valor de 225.000 euros, pagues 5.000 de impuestos, pero si heredas por valor de 350.000, pagues 41.000 euros de impuestos. Y la gran pregunta es: ¿por qué ahí y no 50.000 euros de herencia más o menos se tienen que multiplicar los impuestos por ocho? ¿En base a qué criterios de "justicia social"? ¿Acaso el de lo justo es que les frían a impuestos a los que ganan más dinero o heredan más patrimonio que yo? Primero parecería mucho más lógico un impuesto coordinado nacional, para evitar agravios comparativos y deslocalizaciones de negocios o patrimonios. Y segundo que, en todo caso, el impuesto regional sea proporcional al valor de lo heredado, ya se decida un 5 o un 10% del valor del piso de tus padres fallecidos, por ejemplo. ¿Por qué si la vivienda vale solo un poco más, tienes que pagar 8 veces más de impuestos para poder mantener la casa de tus padres? ¿Tienes que vender una habitación para poder quedarte el piso? Boicoteando el ahorro -con impuestos excesivos- hacemos como quien se creía muy listo y pronto rico por matar a la gallina que ponía los huevos de oro.

Si estamos dos personas en una cafetería, la otra tiene 50 euros en el bolsillo y yo tengo 10, ¿lo justo es que yo le quite 20 para que ambas tengamos 30? Igualitario sí, pero absurdo. Esa idea, más bien sofisma, según la cual es tarea del Estado político redistribuir la riqueza de los particulares, cuando lo cierto es que la función del Estado, en cuanto Administración para la organización política de la sociedad, es facilitar la felicidad humana y el progreso conjunto. Repartirse el mérito ajeno no es justo, sino individualmente injusto y globalmente contraproducente. En la medida en que castiguemos al trabajador o al eficaz, y premiemos al vago o al ineficaz, los particulares tenderán hacia la mediocridad y la economía global tenderá al estancamiento. Como va a ser lo correcto que lo mío es mío, y quien tiene más que yo, me dé a la fuerza parte de lo suyo a mí. Cosa distinta si lo hubiera ganado ilegítimamente. Que alguien sostuviera que la función del profesor es que si un alumno saca un ocho y otro saca un cero, lo que tiene que hacer es ponerles dos cuatros? ¿Y no será mejor profesor el que consiga que el alumno de ocho saque un nueve, el de cinco saque un ocho, y el de cero saque un cinco? Así pues la función justa del Estado no es quitarles a quienes tienen más para darles a quienes tienen menos, imponer la igualdad de resultados, sino favorecer la igualdad de oportunidades, por ejemplo a través de la sanidad, la enseñanza, las pensiones o las infraestructuras. No es gastar sin pagar, sino invertir y prosperar.

En cuanto a la evolución del empleo, se contabilizan 3.000 parados más en Asturias por el fin del verano, proporcionalmente 6 veces peor que en el conjunto de España, lo que contrasta aún más con el buen dato nacional de trabajadores cotizantes. Nuestra región añade en negativo el contar con una población activa -en edad y condición de tener trabajo remunerado- y ocupada -de hecho trabajando- muy bajas. En el conjunto de España la subida de 22.000 parados registrados es el segundo menor aumento en septiembre de los diez últimos años, incluso la Seguridad Social ganó 12.000 afiliados, y hay en España 522.000 afiliados más que hace un año. Sin duda nos ha beneficiado el muy buen año turístico y la inestabilidad política violenta en varios de nuestros competidores mediterráneos. Por lo que se refiere al Principado, podríamos pensar en una aproximación superficial que el único lastre en este sector económico es el clima menos cálido, sin embargo tras un buen periodo estival (aun con menos sol que en el Mediterráneo) la mengua llega en otoño, es decir el problema de la estacionalidad del empleo turístico español se agudiza en nuestra región, donde el reto es atraer también turistas durante las demás estaciones del año, para lo que habrá que mejorar las infraestructuras, diversificar las opciones y ampliar la oferta de servicios y actividades "bajo techo". Además de coordinarnos con Cantabria y País Vasco, deberíamos sacarle más partido a la Laboral en Gijón, Niemeyer en Avilés y Buenavista en Oviedo.

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