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Crítica / Arte

La fotografía que acerca al Uno

El madrileño Borja de Madariaga retrata monumentos y paisajes del mundo desde un punto de vista contemplativo

Borja de Madariaga (Madrid, 1966) es licenciado en Derecho y profesor de Fotografía de Paisaje Natural y Urbano en la escuela EFTI de Madrid, Centro Internacional de fotografía y cine. La exposición de obras es breve, apenas media docena de fotografías, casi todas a color, alguna en blanco y negro. Aunque esta muestra de la Galería Viki Blanco se inició el 16 de septiembre, dos semanas antes de la Noche Blanca, fue conocida del gran público en esa noche, el viernes 30 de septiembre, día en que abrieron nuevas muestras casi todas las galerías gijonesas. Aún resuenan en Viki Blanco los acontecimientos de aquella noche, como la presentación por Pablo Canalís de 200 instrumentos musicales de diversas culturas del planeta, que duró casi dos horas y media. A lo que siguió la proyección de fotografías tomadas por Borja de Madariaga. Considera la galerista Viki Blanco y su directora de sala, María Menéndez, que la última edición de la Noche Blanca ha sido la mejor de todas las celebradas hasta ahora, pues el público, que abarrotó la sala, parece haber asimilado de qué va la cosa. ¿Alguno de ellos se convertirá en coleccionista de arte? ¿Se sentirá ayudado por el letrero de la galería que dice: "Financiamos tus compras durante cuatro años sin intereses"?

Encabeza Borja de Madariaga sus trabajos con una cita del filósofo griego neoplatónico Plotino (204-269 d.C.): "Contemplar la belleza, lo bello, nos acerca al UNO". Para comprender la belleza que busca, veamos alguna de sus series fotográficas típicas. Tenemos la serie urbana sobre la Torre Eiffel, a la que ha tomado el pulso bajo distintos ángulos. Otra serie suya de paisajes españoles, urbanos y naturales, tomados en los años 2007 al 2010, consta de fotografías del Templo de Debod y el Palacio Real de Madrid, la Cala Conta y Las Salinas de Ibiza, y otras de bosques y árboles. Y la serie de 15 fotografías titulada "Roma. Momentos de solitud" del año 2008. Allí vemos el Coliseo, la columnata de Bernini, el Castel Sant'Ángelo, la cripta de los Capuchinos llena de calaveras de frailes, o la cabeza de Constantino, escondida en un rincón lateral de la Plaza del Campidoglio, donde está el Ayuntamiento de Roma. A esta serie pertenece la foto titulada "Bocca", la boca de la verdad junto al Tíber, que según la leyenda te muerde la mano si dices mentiras, pieza que se hizo famosa tras aparecer en la película de William Wyler "Vacaciones en Roma" (1953), protagonizada por Gregory Peck y Audrey Hepburn. Otra de las series de Borja Madariaga discurre en plena naturaleza, por el Parque Natural Cañón del Río Lobos, en Soria, donde se encuentra la ermita románica de San Bartolomé, antigua iglesia del monasterio templario de San Juan de Otero. O sea, que las fotografías de Madariaga te invitan a pensar, son fruto de la reflexión, la mirada tranquila, el paso y poso de la historia del planeta y la historia de los humanos que somos sus habitantes.

En Viki Blanco tenemos alguna de las fotos de Madariaga más impresionantes, como las que tomó en Angkor, antigua capital de Camboya, cuyos templos fueron declarados por la UNESCO patrimonio de la humanidad en el año 1992.

Sorprende en gran manera el templo de Ta Prohm, con poderosas raíces de grandes árboles que cabalgan o desmoronan los potentes muros y a veces discurren sobre ellos como si fueran arroyos de lava volcánica fosilizados. Aquí el poder es de la madre naturaleza, no de los seres humanos. Esta serie ha sido titulada por Borja de Madariaga como "Naturaleza y misticismo" y es una de las que mejor se acomodan a la mirada serena y contemplativa del fotógrafo madrileño. El templo de Ta Prohm fue escogido como escenario de la saga de videojuegos Tomb Raider, cuya protagonista, la arqueóloga británica Lara Croft, personaje de ficción, penetra en tumbas y ruinas, esquiva trampas, resuelve acertijos, derrota enemigos, pelea con animales salvajes y criaturas fantásticas. La serie de videojuegos comenzó en 1996 y continúa al día de hoy. Algunos de ellos fueron trasladados al cine, encarnando a Lara Croft actrices como Angelina Jolie o la sueca Alicia Wikander.

En Estados Unidos, Borja de Madariaga ha realizado series fotográficas de zonas del oeste americano, como el Parque Nacional de Yosemite, a 320 km. al oeste de San Francisco, en California o el desierto de Mojave, así llamado en referencia al territorio de la tribu indígena que lo habita. Y también el Gran Cañón del Colorado y el Monument Valley, en la frontera sur de Utah con Arizona, dentro la reserva de los indios navajos. Hay que fijarse detenidamente en la foto del Monument Valley presente en Viki Blanco, pues resulta muy adecuada para comprender la naturaleza cuasi pictórica de los trabajos de Borja Madariaga. Son famosas estas mesetas rojizas, talladas por miles de años de erosión, paisaje donde el sol calienta en verano de lo lindo y en invierno hay que escapar del frío intenso. Monument Valley es un plató natural de cine, donde fueron rodadas películas como "La diligencia"(1939), "Fort Apache"(1948) o "Centauros del desierto"(1956), todas de John Ford. En estos y otros films, los nativos navajos hicieron de extras pertenecientes a otras tribus, según lo demandara el guión, como cheyennes, sioux, comanches o apaches, los indios salvajes que mataban por que sí a blancos inocentes, que así se escribe la historia. Al final de su vida, ya con 69 años, John Ford terminó en 1964 la película "Cheyenne Autumn", "Otoño Cheyenne", donde adoptó por primera vez el punto de vista de los indios de las praderas americanas, exterminados durante la Conquista del Oeste a mediados del siglo XIX.

Quien desee saber más sobre Borja de Madariaga, que lea la entrevista que le concedió a José Luis Argüelles, publicada en LA NUEVA ESPAÑA de Gijón el día 14 de septiembre. Allí se cita su relación familiar con Salvador de Madariaga (1886-1978), escritor gallego que fue ministro en el año 1934 y se exilió a Suiza durante el franquismo. Y su distinta manera de plantear la fotografía, no de acuerdo con la captación del "momento decisivo" de Cartier-Bresson, al estilo de los reporteros de prensa, sino todo lo contrario. O la cámara analógica, no digital, con que realiza sus trabajos. O su interés por fotografiar Gijón, y en especial alguno de los astilleros locales que sobreviven.

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