La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Musicólogo | Crítica / Música

Rufus Wainwright: talento y oficio

El músico estadounidense conquistó Gijón con un repertorio variado y en solitario

Era una de las grandes apuestas del otoño musical de la ciudad y, a juzgar por las ovaciones, no defraudó. El pasado domingo Rufus Wainwright congregó a un millar de personas en el teatro de la Laboral para asistir a un recital enmarcado en la gira que le está llevando por varias ciudades del país. Solo en el escenario, acompañado de piano o guitarra, incluso a capella, este artista repasó varios temas de su carrera y avanzó también canciones nuevas que aparecerán en futuros discos, una vez que haya terminado su segunda ópera, que en estos momentos centra sus esfuerzos creativos. El del domingo no fue un concierto de grandes fastos, fue más bien todo lo contrario, pero el formato permitió disfrutar del gran talento vocal de este artista y de un repertorio sin los aderezos de la instrumentación.

El inicio del concierto fue valiente; no es habitual que un artista se ponga a cantar "a capella" sin haber sonado ni una nota que le pueda guiar en el tono. Wainwright lo hizo con "Candles", un tema que además cuenta con un registro muy amplio y unos agudos prolongados nada sencillos de ejecutar en los que el artista se recreó mostrando sus dotes vocales. Ya al piano, se despachó con temas como "Art teacher" o "In a graveyard", de aire contrastante y poco convencionales en su armonía; es en este sentido donde la música de Wainwritght alcanza su sello personal: cambios de acorde a grados no cercanos, modulaciones constantes que responden a perfiles melódicos plagados de giros y matices? la aparente sencillez encierra un entramado creativo digno de grandes como David Bowie.

"Only the people that love", una de las canciones inéditas de la noche, o "Jericho" fueron algunos de los títulos que sonaron a la guitarra, un instrumento con el que no se maneja demasiado bien. Y, de vuelta al piano, afrontó dos temas de su disco dedicado a la poesía de Shakespeare: "When most I will" y "A woman´s face", en los que cromatismos y disonancias hicieron patente al oído la complejidad de los parámetros que sustentan estas piezas. Dedicó a la soprano Victoria de los Ángeles el número "Feux", de su primera ópera "Prima donna", y a continuación cambió a un estilo más liviano y fresco con "California", sin que nada resultara forzado. El concierto fue avanzando de forma fluida hasta cerrar con la conocida "Cigarettes and chocolat milk", muy aplaudida por el público.

Por supuesto quedaban los bises, en los que muchos echaron de menos "Hallelujah" y entre los que sonó "La complainte de la butte" de la película "Moulin Rouge". Al final, el público despidió a Wainwright puesto en pie. Desde luego, su talento lo merece, este artista tiene mucho que dar aún a la música; con una producción que se mueve entre la música clásica (editada con el sello Deutsche Grammophon) y el pop, aúna la creatividad y las cualidades vocales de un Elton John del siglo XXI con giros propios de Thom Yorke o Jeff Buckley. Canciones como "Going to a town" podrían fácilmente hacerle alcanzar la proyección comercial de Radiohead o Coldplay, pero de momento se mueve cómodamente en un circuito menos expuesto a los focos. El tiempo dirá.

Compartir el artículo

stats