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Crítica / Danza | Musicólogo

Un espectáculo consagrado a la belleza

Luces, sombras, música y cuerpos armonizan en "Momix Forever"

No es casualidad que "Momix" lleve más de tres décadas llenando los teatros de todo el mundo. Esta compañía sigue atrayendo a multitudes de diferentes edades allá por donde va, apostando por una danza espectacular, en ocasiones con tintes circenses, pero sobre todo por una belleza construida con la perfecta armonía entre música, luces, sombras y control del movimiento. La gira "Momix Forever", que esta semana pasó por el teatro Jovellanos, es un homenaje narcisista a la trayectoria de la compañía, pero también una oportunidad para aproximarse a espectáculos anteriores junto a alguna creación nueva. La estructura permite apreciar la evolución de "Momix" en sus treinta y cinco años de trayectoria, pero también convierte las quince partes del espectáculo en un popurrí estético carente de una línea conceptual sólida que les dé unidad.

Todo se consagra a la representación de una belleza efímera, fragmentada y preparada para consumir concentrada en unos pocos minutos, a modo de vídeo de YouTube, con transiciones bien marcadas y aderezadas por aplausos. Desde el inicio, la música fue creando la atmósfera y antes de que se abriera el telón logró aplacar el bullicio mientras las luces iban dejando paso a la oscuridad. Con el ambiente propicio, se abrió el telón y comenzó a fluir la magia: el girar hipnótico de figuras y luces en "Pleiades" evocando derviches turcos y aspas de molino, el equilibrio inestable y el movimiento continuo de en "Dream cátcher", las formas animales y vegetales de "Marigolds". Algunos apostaron más por la exhibición gimnástica, como "Pole dance", e incluso llegaron a rozar la gimnasia rítmica ("Baths of Caracalla"), pero siempre manteniendo la plasticidad con una gestualidad controlada y precisa.

Mención especial merece "Paper trails", una pieza de nueva creación que cerró la primera parte en la que los cuerpos parecen deshumanizados tanto por las posturas y las coreografías como por las imágenes dinámicas que se proyectan sobre ellos. La combinación de todos los elementos fue construyendo un universo sugerente con alusiones a la obra de Escher y de Klimt en el que se dibujaban formas cambiantes a través de figuras individuales y grupales.

La segunda parte siguió la misma tónica, combinando números de diferentes obras; el juego de espejos convirtió la visión de "Frozen awakening" en caleidoscópica, "Spawning" destacó el movimiento de los cuerpos con formas que recordaban al dinamismo de "La danza" de Henri Matisse. Hubo contrapuntos cerca del final, como "Table talk" acompañado de aires de tango, pero la ruptura se produjo con el número de cierre: "If you need somebody" rompió con la contención y el control de las formas para entregarse al movimiento explosivo en una escena propia de un musical de Broadway, cambió el claroscuro por la luz plena y la introspección y el exotismo de una música que podemos enmarcar en el estilo trip hop por el "perpetum mobile" del primer allegro del "Concierto de Brandemburgo, nº2" de Bach. El cambio de tercio surtió efecto, hizo más liviano el ambiente del teatro, introdujo tintes humorísticos y predispuso al público para la sonora ovación que siguió a la bajada del telón.

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