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Casi nada es lo que parece

El problema de un país donde abunda la gente asustadiza que otorga cuando calla

¡Habemus Papa! Perdón, quiero decir que tenemos gobierno, aunque sea en minoría y con todos en contra como siempre, o sea, qué propones que me opongo. Sin la menor posibilidad de ponerse de acuerdo porque cada partido expone sus exigencias y muchas se contradicen y si el gobierno no acepta, entonces la culpa es de él porque no es dialogante, es inflexible, no quiere acuerdos. Si nos pusiésemos a analizar la cantidad de puntos que se le exigen al nuevo gobierno, te daría por llorar o por reír, porque es imposible cumplirlos todos. Se quiere que parezca que la oposición tiene buena voluntad y quiere ayudar y está dispuesta a ceder, pero no es lo que parece. Hace falta tener mucha moral para aceptar ser Presidente de Gobierno en esas condiciones, hay que reconocer que Rajoy no tendrá mucho más pero moral sí tiene. Yo, en sus circunstancias, ya habría dimitido hace mucho tiempo y estaría disfrutando de la vida en algún lugar remoto.

Vivimos en un país de mucha gente buena pero asustadiza y acomodaticia que calla y no se da cuenta que así otorga. Mucha gente envidiosa que no sabe más que odiar y despreciar y que sabe los trucos para convencer a unas masas que también envidian y odian pero encima no tienen inteligencia suficiente para distinguir la verdad de la mentira y que no tienen preparación pero no porque no hayan podido acceder a ella sino porque no han querido. Desde hace mucho tiempo todo el mundo en España ha podido acceder a estudios adecuados, puede que no los que quisieran pero otros suficientes y han preferido hacer el vago que es mucho más divertido y luego son los primeros que protestan y que se apuntan a las manifestaciones y las algaradas. Finalmente hay gente que se dedica a la política, los hay de buena fe que lo hace por amor a su país pero son los menos, algunos se van por la imposibilidad de hacer lo que les dicta su conciencia, mi tío abuelo Plácido Álvarez-Buylla fue ministro de la República y duró tres meses porque dijo que era imposible luchar contra aquel caos. Desgraciadamente hay muchos que se contagian de la afición general a mentir y aprovecharse del cargo.

Y no me pidan que les de soluciones porque no las tengo. Yo siempre digo que hay que trabajar con eficiencia, lo cual no quiere decir que haya que estar en trabajo mil horas porque si se organiza bien, sin cafés, periódicos y reuniones interminables, se podría estar menos horas, teniendo en cuenta que la gente tiene familia y tiene que estar con ella. La única manera de educar a unos hijos es estar con ellos, dedicarles tiempo y con los horarios draconianos en nuestro país, la gente vive en perpetuo estrés y los abuelos mueren en el tajo, ayudando a sus hijos y nietos.

Hoy, más que nunca quisiera ser positiva, alegrarme y alegrar al personal pero no puedo. ¿Dónde se ha ido mi natural alegría? Pasamos un fin de semana estupendo en Madrid, celebrando las cinco hermanas y maridos el cumpleaños de mi hermana Lucía que nos obsequió con una cena cinco estrellas, hecha toda por ella. Ríete tu de los chefs tan reputados. Al llegar a casa estaban aquí mis hijos y nietos, disfruté muchísimo con ellos.

Creí que me iba a valer para un tiempo de calma pero mi gozo en un pozo, batacazo baticú, disgustos y problemas que solucionar. Ya sé que como dice mi primo José Ramón siempre me estoy quejando y es verdad, pero también es verdad que soy extrovertida y hablo demasiado por eso unas veces me quejo y otras alegro a los amigos. También sé que la vida está llena de problemas y que, por supuesto, los hay mucho peores. Pero en estos momentos es cuando me doy cuenta que estoy cansada y soy mayor, por no utilizar la palabra fatídica.

Yo tampoco soy lo que parezco, la mayor parte de las veces parezco la alegría de la huerta pero analizo demasiado y eso no es bueno. Además últimamente tengo un don más bien malo, cuando alguien me está contando mentiras como pianos, oigo sus pensamientos y no puedo decirle que es una mentirosa-o de espanto, que se vaya al cuerno, me tengo que callar y sonreír. Cuidadito que casi nada es lo que parece.

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