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La era de lo políticamente correcto

La realidad que nos toca vivir a la luz de "Más Platón y menos prozac"

Hace algún tiempo, cuando aún vivía de acuerdo a lo que pensaba, encontré una sugerente pila de libros abandonados. Estaban en un portal, junto a una hoja y tres líneas: "No son para tirar, son para que te ayuden. Utilízalos." La que por entonces era mi pareja y yo pensamos, de forma muy distinta, la misma frase al unísono: "Más libros en casa." Me sorprendió ver el conocido volumen "Más Platón y menos prozac" entre la mayoría de ensayos históricos y políticos que se ofrecían. ¿Cómo era posible que un libro de autoayuda conviviera con un buen número de estudios críticos? ¿Qué habría visto aquel hombre o mujer para necesitar ambos mundos? Me puse inmediatamente con él, quise entender el contraste. Timendi causa est nescire.

Tras una rápida e insustancial revisión de la Historia de la Filosofía, "Más Platón y menos prozac" se centra en los casos prácticos que Lou Marinoff ha ido registrando en su consulta. Me sorprendió especialmente uno de ellos. En él se narraba el grave problema que un hombre mantenía en su trabajo, tras haber sido denunciado por colgar un desnudo sin previo aviso. Lo curioso es que se trataba de un Picasso. Aquel hombre trató de explicar a su demandante que sólo era una obra de arte, que nada tenía que ver con su concepción de la mujer, que eran sus pinceladas las que admiraba. Pero la noticia llegó a Recursos Humanos, estaba con un pie en la calle. ¿Cual fue la solución que propuso Marinoff? Le planteó dos futuros: uno en el que luchar por sus derechos le llevaría al despido, otro en el que llegar a un consenso traería la paz. Optó por el segundo. Aquel hombre realizó un listado de las diez obras de arte que más le agradaban (sin desnudos) y se las ofreció a su compañera, para que ella las juzgara y escogiera cuál era la idónea para su despacho. Marinoff cuenta cómo ese hombre trabaja ahora feliz, en un entorno pacífico y sin ningún tipo de represalia, con un buen cuadro que admira todas las tardes sobre sus hombros. Y la pregunta que yo me hago es la que todos nos hacemos cuando termina una telenovela: ¿Después de todo ese lío no va a ocurrir nada?

A día de hoy, con el tiempo ya calmado, creo que he comprendido parte de la relación entre aquellos libros, en los que su dueño había aunado política y autoayuda. En cierto modo, puede ser que vivamos en un mundo que no podemos tocar. Nos hemos acostumbrado a mirar para otro lado, a respirar bien hondo, a olvidar quién lleva la razón. Eric Clapton no podría crear "Cocaine", Gremlins no sería una película para niños, Donald Trump gana unas elecciones. Es esta era de lo políticamente correcto la que puede haber cambiado el lema de Camus: "Con la rebelión no nace la conciencia." Quizá sea éste el manual para el buen votante.

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