La capilla del Museo Barjola, en la gijonesa calle Trinidad, es uno de esos espacios con los que cualquier artista sueña para contar, cantar o pintar sus cosas. Así que acertaron ayer Alicia Álvarez, una de esas mujeres proteicas que lo hace todo bien (periodismo radiofónico, artículos en los papeles, poemas, música?), y el sello La Fabriquina al elegir ese recinto secularizado -aunque con ecos que invitan al misterio-, para la presentación ayer de "Pulgarina".
Y se llenó la capilla para la puesta de largo de este libro-disco, bellamente ilustrado por Alicia Varela, en el que se narra la andanza de la niña Pulgarina. Y en el que Alicia Álvarez incluye siete canciones que son lírica y ampliación de un relato que, pese a su factura ingenua, tiene meollo existencial. O sea, que la autora ha querido prender la atención de todos. Lo logró con un concierto medido, acompañada por su guitarra y con Ana Silva en los sintetizadores. Llenó, contó y cantó para un público diverso, con muchos niños, aunque uno crea que el pop intimista y matizado de la cantautora requiera quizás una recepción sin tantos alborozos infantiles. El concierto, que incluyó la proyección de las ilustraciones de Varela, fue hilado con sobriedad por Alicia Álvarez, veterana de "Undershakers" y "Pauline en la Playa". Modula bien y su voz desgrana a la perfección unas canciones que también dan para sentir y pensar.
