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Tormenta de ideas

Carmina

Nostalgia por lo que representa el anuncio de la lotería

Señor, qué llorada. Criminal. Una amiga escribía en las redes sociales que esperaba ver algún día un anuncio de Navidad sin tener que llorar. Pues va a ser que este año no. Este año se han lucido. No he parado ni un segundo mientras iba viendo mi tierrina, mi maravillosa tierra a través de los ojos de Santiago Zanno, un director que ha captado nuestra esencia con un maravilloso telón de fondo musical que me provocaba aún más nostalgia, más ternura, obra de Fernando Velázquez, autor también de la banda sonora de "Lo imposible", que me entusiasma. Ambos me han transportado a Tazones, a otro tiempo en el que las abuelas aún lo eran, en el que el pueblo era como una gran familia... Y es que puedo ver en los personajes a cualquiera de mis paisanos. Los pescadores, las casas, el bar, las peluqueras, la vida de un pueblo cualquiera, la vida de uno de nuestros pueblos. Con su maestra jubilada, Carmina, una abuela como tantas otras.

Me he recreado en la cocina, en la barra de metal de la que cuelgan los rodillos, como en mi casa, la de mis padres, hace tanto tanto tiempo, llena de cacharros y recuerdos, con su espumillón y todo. Y la he visto a ella, la abuela, como la de todos, esas que aún tenemos en la retina, en nuestros sueños... Haciendo las tostadas y el "colacao", llevando a su nietín el desayuno, que ni siquiera mira porque ve la vida a través de su móvil. Como la vida misma. Por eso me ha entusiasmado la moraleja de este anuncio. Porque ese mismo nieto, con la dejadez propia de quien se cree que una abuela es para siempre, que es pesada y cargante, que chochea y que nos trae el desayuno y se empeña además, porque es un gen que he descubierto que tenemos todas las abuelas (la obsesión por cebar); ese mismo nieto deja por unos instantes el mundo virtual para ofrecerle algo de ilusión real, algo de él mismo a su abuela. Y eso es lo más maravilloso de toda esta historia. El ver cómo todos y cada uno de los personajes, unidos por la felicidad que conlleva el hacer feliz a alguien, se meten en una mágica locura. Y me he entusiasmado con su hijo y con su nuera, y con todo el pueblo que se une a la ilusión de la anciana porque la alegría es contagiosa y la magia, ya lo saben, también lo es. Y pienso, qué quieren, en cómo se sentiría realmente ella si esta historia fuera cierta. Y, ¿saben?, creo que lo que le pasa en esta historia es mucho mejor que la lotería. Creo que ella se sentiría orgullosa de su paso por la vida. Que se daría cuenta de que algo ha hecho para que todos participen de su espejismo... Porque eso que representa esta historia es todo lo que los seres humanos nos hemos ido dejando por el camino. Porque habla de solidaridad, de emociones, de familia y de vecinos, de maravillosos vecinos, de esos que ya no tenemos, de los que hemos perdido con las prisas, con el estrés. Y sé que hay voces para todo. Cómo no. Y claro que el anuncio tiene todos los tópicos típicos, pero a mí, ya ven, me gusta llorar, porque quiere decir que algo siento, aún... Que este mundo no es tan insensible y que todavía hay gente capaz de emocionarme... Que las redes se ríen y yo que soy ñoña y cursi, también me río, pero de ellos. De quienes no son capaces de emocionarse, de llorar o de sentir, de pensar que un mundo así es posible, que todos los que han hecho realidad el sueño de Carmina, que han participado de su alegría, pueden existir, deben existir y que quizás alguien en algún lugar, quizás no tan lejos de nosotros, sea capaz de cambiar sus rutinas, sus vidas, aunque sea por un instante para hacer feliz a una abuela, a una madre, a una Carmina cualquiera. Empieza la Navidad.

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