Quizá no sean los días más adecuados para señalar las profundas vinculaciones que ha tenido a lo largo de la historia Gijón con Cuba. Quizá sea en estos tiempos recientes cuando más escasas estén resultando, aunque es enorme el número de gijoneses y gijonesas que viajan a la isla en busca de descanso. No zarpan de El Musel buques correo con destino a La Habana, ni juega partidas de ajedrez en las sociedades locales el Capablanca de turno, no aparecen por las calles los caballeros de acento cubano que llenaron Gijón de iniciativas económicas e industriales primero y, después, de quejas y llantos por haber perdido los bienes a cuenta de la nueva situación que aún dura. La muerte de Fidel Castro vuelve a poner en el primer plano la necesidad de que Gijón se haga un sitio en la vida económica cubana que se ve venir, por encima de Trump y sus descalificaciones. El mundo se globaliza, pero resulta que Cuba está más cerca de lo que parece.