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Acabose el añu

Ocasionales y fieles lectores, que de todo habrá: ya coronamos la cima del 2016 y ahí nos espera el ignoto nuevo año que sabe Dios (pues los comités de sabios o expertos y los barómetros de opinión, claro quedó, ni p. idea) qué nos deparará.

El día de Navidad acudí a Cabueñes a visitar a dos viejos conocidos quienes, coincidencia del devenir de las circunstancias, retoman vuelo tras sendas y complicadas (ojo a la gripe) neumonías. Dado que Nino Alvargonzález y Pachi Prendes (el de la Renault) dormían a pierna suelta, decidí aprovechar la excursión perdiéndome por La Fontaine, Casa Suncia, la carbayera de Candenal (manda un par el horroroso Mercadona que rivaliza con la grotesca ampliación del escenario de La Laboral. Definitivamente no tenemos arreglu), Villamanín, La Quinta Bertrand (a la que, con buen criterio, le sacaron el precioso ladrillo cara vista), La Guía de mi amigu Luis Amado, con su coqueta capilla, El Piles poblado de patos salvajes de pinturero cuello verde esmeralda, la rotonda de la avenida Castilla, el lúgubre paseo del Muro con su canino arenal y por fin el Muelle en el que la travesía, de rampa de La Barquera a rampa de La Rula, puso colorido a mi deambular por nuestro idílico Gijón. La verdad, lo mires por donde lo mires, a pesar de las barbaridades cometidas, esta ciudad es la joya de la corona.

Aúpa Sporting (otru que tal) y, de corazón, ¡salud y feliz añu a todos!

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