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La esquina

Eterno Raphael en Gijón

A finales de los sesenta del siglo pasado, Raphael venía todos los veranos a actuar en el Parque del Piles, sede cada fin de semana de una destacada actuación. Las entradas costaban cincuenta pesetas; cuando llegaba el de Linares el precio subía a ciento cincuenta. Y el de Linares llenaba, a pesar de que muchos jóvenes tenían que renunciar a la verbena por culpa de los precios. El cantante había iniciado su vida artística en otros escenarios gijoneses. Ahora, muchas décadas después, agota entradas para un primer recital y se ve obligado a dar otro. Es un caso paradigmático de permanencia en el primer plano del mercado del espectáculo. Sucede que Gijón va a todos los palos. Lo mismo soporta con ovaciones la suspensión alcohólica de un recital de Sabina que obliga a Raphael a doblar, y no precisamente la rodilla. Caso único de permanencia de este cantante que convoca a tres generaciones de gijoneses y gijonesas. Por lo menos.

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