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El ocaso de "Le petit Napoleón"

Encumbramiento y caída de Jordi Pujol, uno de los políticos más poliédricos

Caudalosos ríos de tinta fluyen en la prensa diaria para informar sobre la trayectoria de la familia Pujol pero, quizás, los lectores de LA NUEVA ESPAÑA se pregunten sobre el origen de este poderoso clan, para lo cual ofrezco un enfoque retrospectivo. Según fuentes fidedignas, el abuelo -Don Ramiro- era un humilde comerciante del sector de la construcción en el pueblo de Premiá de Mar, resultando evidente el modesto origen de los Pujol hasta que Don Florenci, padre de Jordi Pujol, supuestamente, inició la fortuna familiar.

La vida pública de Jordi Pujol Soley parece iniciarse en 1960 cuando, tras un incidente de matiz catalanista y democrático en el Palau de la Música Catalana, se enfrentó al Gobernador Civil de Barcelona y fue encarcelado por el régimen de Franco durante tres años (1960-1963). En prisión, Pujol escribió un libro, "Des dels turons a l ´altra banda del riu", que definía su ideario político, de claro perfil catalanista y democrático.

Una vez superada la dictadura con la muerte de Franco en noviembre de 1975, se inició un período de Transición a la democracia liderado ejemplarmente por Adolfo Suárez: Así, en junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones generales con la victoria de la UCD de Adolfo Suárez. Durante la campaña electoral asistí a varios actos organizados por el "Pacte Democrátic per Catalunya" (integrado por Esquerra Democrática -que no Republicana- de Trías Fargas, una rama del Partido Socialista de Catalunya no ligada al PSOE , de Verde Aldea, y Convergencia Democrática de Catalunya, de Jordi Pujol.

De entrada, Pujol llevó la iniciativa en ese triunvirato, sobre todo cuando los otros dos partidos de la coalición fueron fagocitados por Convergencia; la cual, luego, se unió a la Unió Democrática para crear CiU. Así, Pujol se encumbró como el representante del centro-derecha catalanista -entonces no independentista-, esperando su tiempo político.

En el verano de 1977, el Presidente Suárez, con visión de Estado, decidió restaurar la Generalitat de Catalunya y nombró President a Josep Tarradellas, cargo que ejercía en el exilio de Saint Martin le Beau desde 1954. Según las Memorias de Tarradellas, su relación con Pujol no fue buena, afirmando que "ningún político catalán ha librado una lucha tan constante como Jordi Pujol para impedir mi regreso a Catalunya y lo hace con una hipocresía tan grande como su ambición". Tarradellas fue un político honesto y gran estadista que volvió a Catalunya en la madurez de su vida política, fundador de Esquerra Republicana con Macíá (1931) y Consejero de la Generalitat hasta 1939. Su moderada hoja de ruta se basaba en negociar acatando la legalidad, afirmando que los catalanes "nunca renunciaremos a nuestros derechos, instituciones y libertades; pero dentro de España". Lo cual ignora su actual heredero político, Oriol Junqueras.

En 1979, Pujol ganó las elecciones autonómicas y, desde entonces, utilizó la fuerza de sus diputados de CiU para actuar de partido bisagra en la política española cuando el Gobierno de España carecía de mayoría absoluta. Presumiblemente, Pujol obtendría prebendas a cambio, pero procede preguntarse ¿en beneficio de quién?

Con el tiempo, la prepotencia de Pujol creció a medida que la mayoría de catalanes le admiraban como líder indiscutible; convirtiéndose en un "Petit Napoleón" egocéntrico dueño absoluto de la verdad y capaz de convertir a Catalunya en su "masía" particular, excluyendo a cualquier acólito que pudiera hacerle sombra.

Desde la perspectiva económica, el desenlace de Banca Catalana tuvo muchas sombras; sin embargo, el gran toque de atención lo efectuó Pasqual Maragall en el Parlament de Catalunya al afirmar: "Ustedes. tienen un problema y ese problema se llama tres por ciento"; lo cual podría interpretarse por dos vertientes: la familiar del "clan Pujol" y la política de CiU.

En la vertiente familiar, parece ser que, presuntamente, varias empresas que operan en Catalunya pagaron cuotas al "conseguidor" del clan Pujol (Jordi Pujol Jr.) para agilizar su negocio, generándole una fortuna de más de 5.000.000 de eruos que, al parecer, evadió a Méjico. Además, existe la causa familiar por la herencia de Florenci Pujol.

En este sentido y en una histriónica comparecencia ante el Parlament, Jordi Pujol utilizó el argumento de esa herencia para justificar su patrimonio -hasta entonces no declarado- en Andorra y aprovechó este acto para "avisar a navegantes" mediante la metáfora sobre la "caída de todas las ramas del árbol", si caía la suya.

Respecto la vertiente política del presunto cobro de comisiones ilícitas por parte de CiU, también parece demostrable que cualquier empresa aspirante a un contrato de obra pública debía ofrecer una donación a la Fundación "CatDem" para poder facilitar su propósito, lo cual se efectuaba con otro "conseguidor" de CiU, tanto en la época de Pujol como en la de Más, justificando la actual "Operación Pika".

Dicho lo cual, cabe meditar por qué se prolonga tanto el proceso judicial del "clan Pujol" y por qué la Fiscalía ha tardado en pedir medidas cautelares. Ello puede deberse al actual carácter garantista de la justicia, a las dudas que pueda tener el juez instructor sobre la forma de obtención de las pruebas incriminatorias por la policía, que puedan concluir en la nulidad del procedimiento, o a su contenido. Así, causan inquietud las dudas sobre la veracidad de presuntas negociaciones con el CNI para que la justicia española trate favorablemente a los miembros de la familia Pujol, a cambio de su silencio sobre la cuenta "Soleado" de Gürtel, por el cataclismo institucional que podría desencadenar en España.

Ante semejante panorama, surge la indignación de tantos catalanes "de bien" que creían ciegamente en este ícono del catalanismo. Hoy día, Pujol carece de credibilidad y parece que, con su giro independentista junto a Convergencia, pretende esquivar la justicia ante los presuntos ilícitos económicos ligados al tema del tres por ciento. Sin duda, es un hecho penoso pero también lo es que casi toda España parezca estar sembrada por el síndrome de ese porcentaje que destapó Maragall.

En resumen, el ocaso del "Petit Napoleón" resulta previsible y patético ya que convierte a un destacado político en un sujeto impresentable con vocación de mártir al ordenar a Mas, con recordada frase, que "Toda la mierda recaiga sobre mi", a cambio de no renunciar a su obra de 23 años; pero ignorando el irreparable daño causado al pueblo catalán y el creciente rechazo a Catalunya generado en el resto del país.

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