Ahora resulta que, tal como contaba ayer este periódico, a los grupos de montaña asturianos, que florecen desde siempre en Gijón, cada día que pasa les ponen más trabas para realizar sus rutas por las montañas de la región. En una época en la que se presume de defensa de la naturaleza y de cuidado del entorno, el enemigo a batir parece ser el conservacionista más sensato, que suele ser el montañero deportivo, como son los miembros de los grupos montañeros que denuncian la situación. A la vista de la nueva situación de excursionistas y montañeros habrá que reivindicar la histórica frase del 68 francés: Prohibido prohibir. No queda otra a la vista de las circunstancias que, entre otras cosas, permiten la entrada del jabalí en casa del vecino, la del lobo en la casa de uno y la de la avispa asiática en la casa de todos. Eso sí, ojo con los montañeros que pisan las rutas y a lo mejor molestan al mosquito de la esquina. No puede ser verdad.
