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El Gran Hermano de la DGT

Probablemente hayan leído la noticia, pero por si acaso se la cuento yo también. Según información publicada por LA NUEVA ESPAÑA, han llegado a Asturias los radares que ven dentro del coche. Como lo oyen. No me pregunten cómo lo hacen, porque la explicación les sonaría a que le estoy contando un bulo. Pero no: es absolutamente cierto.

En principio, la misión de estos sofisticadísimos radares, sería la de detectar a aquellos conductores que pudieran ir sin el cinturón abrochado o utilizando el teléfono móvil. Y digo en principio, porque ya veremos si una vez puestos en acción y en función de su eficacia, no acaben por decidir ampliar sus "habilidades visuales" y sean capaces así de descubrir también si el conductor se pelea con la guantera del vehículo para cambiar un CD de música, si revuelve en sus bolsillos buscando un pañuelo, si enciende un pitillo, si discute acaloradamente con su pareja o con los niños, o si sencillamente se está hurgando en la nariz, por citar solo unos ejemplos de situaciones que pueden suponer una distracción al volante. Distracciones todas ellas por las que se podría producir un accidente. Seguro que a ustedes se les han ocurrido un montón de ellas más. Algunas incluso no aptas para menores?

Pero no vayan a pensar que me tomo el asunto a broma. Al contrario. No tengan la más mínima duda de que estoy rotundamente a favor de cualquier medida que pueda conllevar una disminución de los accidentes de tráfico y por ende, de las víctimas mortales en carretera. Y de que se nos sancione con dureza si somos tan inconscientes para que aun sabiendo que no se puede conducir sin el cinturón o hablando por el móvil (no digamos ya guasapeando o tuiteando), lo hagamos igualmente. Lo que me causa cierto desasosiego en este caso, es la forma con la que se obtendría la prueba acusatoria: una especie de ojo de Gran Hermano, que la DGT ha tenido a bien colocar en nuestras carreteras. Con la DGT hemos topado. Con ella y con la tecnología que hoy en día es capaz de lograr casi cualquier cosa. Esa misma tecnología que hace que muchos vehículos permitan el acceso a redes sociales y a otras aplicaciones del móvil, al mismo tiempo que uno conduce. ¿No resulta un tanto contradictorio? Porque yo soy de los que cree que al volante, toda la atención es poca. Aunque reconozco que luego en ocasiones, soy el primero en distraerme charlando alegremente a través del "manos libres".

En fin, que como digo, bienvenidos sean los nuevos radares si sirven para mejorar la seguridad en nuestras carreteras. Y sobre todo si el dinero recaudado por las sanciones sirve para mejorar el estado de estas, muy especialmente de las secundarias. Por mi parte, les juro que a partir de ahora, no vaya el radar a sancionarme creyendo ver lo que no es, iré con las manos en el volante marcando las dos menos veinte (ni un solo minuto menos) y con la pegatina de la Santina, luciendo en el salpicadero. Ya saben: yo conduzco y Ella me guía. Y el radar si quiere espiar, que espíe.

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