Hace apenas una semana, la NASA (ya saben ustedes: esos señores que llevan décadas empecinados en lanzar cohetes al espacio) ofreció una rueda de prensa, para comunicar a las personas que habitamos en este maravilloso planeta Tierra, que un grupo de astrónomos en Bélgica habría descubierto la existencia de nada menos que tres exoplanetas (así se llaman los planetas que se encuentran fuera de nuestro sistema solar) con características que harían posible en ellos la existencia de agua en estado líquido. Y quizás hasta en cantidades similares a las que poseen nuestros océanos. Estos tres exoplanetas formarían parte de un sistema planetario compuesto por un total de siete planetas, que se hallarían redondeando, millón arriba, millón abajo, a unos 40 millones de años luz del salón de nuestra casa. Teniendo en cuenta el precio de la luz, así a bote pronto, diría que llegar hasta ellos, nos saldría por un buen pico.
Mucho más a tiro estaría "Próxima b" (ya lo indica el propio nombre), hasta la fecha el exoplaneta más cercano a nosotros (a unos 4,5 millones de años luz) con aparentes opciones también de albergar agua, si bien un último informe también de la NASA, habría reducido considerablemente el optimismo inicial de los astrónomos.
Verán: siempre me ha llamado la atención esa obsesión que tenemos los seres humanos por buscar vida en otros planetas, cuando en el que habitamos, no hacemos otra cosa que no sea acabar con ella. Quizás ese sea el motivo: necesitamos otros objetivos para satisfacer nuestra insaciable sed como especie invasora y destructiva. ¿Se han parado en alguna ocasión a pensar cómo sería este nuestro planeta sin la presencia del ser humano? Es difícil imaginar que pudiera estar peor. Seamos al menos honestos y reconozcamos que no somos los mejores inquilinos que haya podido tener la Tierra.
Es probable que en uno de esas decenas de guasaps que recibimos a diario en nuestro móvil, ustedes hayan visto también esa imagen, con toda seguridad tomada en el continente africano, de unos niños desnudos bebiendo un agua más negra que el color de su piel, en una especie de abrevadero para animales. A la escena de por sí impactante, le acompaña un texto al que resulta imposible dar réplica: "El ser humano no tiene dinero para abastecer de agua, zonas pobres del mundo, pero sí tiene dinero para buscar agua en Marte. La pregunta es: ¿hay vida inteligente en la Tierra?".
No se confundan ni malinterpreten mi crítica como demagógica o populista: considero que la investigación aeroespacial ha traído consigo importantes beneficios, en multitud de aspectos y materias, para una parte de la humanidad. Pero aquí está la clave del problema: el que esos beneficios hayan llegado solo a una parte privilegiada de los habitantes de este planeta otrora azul, pero ni de lejos a toda la humanidad. Parece que somos capaces de ver lo que existe a 40 millones de años luz, pero estamos ciegos ante la realidad que tenemos delante de nuestras propias narices.
Así que mientras según diversos estudios, en nuestro planeta mueren unas 24.000 personas de hambre al día (el 75% niños menores de cinco años), hemos de celebrar sin embargo, la noticia de que ahí fuera, podría haber vida. Solo espero que nunca lleguemos a entrar en contacto directo con ella. Sería su más firme sentencia de muerte.
