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La dulce goleta de los buñuelos de viento

Repaso a la actualidad local con un ojo en el pasado y el otro en la ausencia de futuro

Gigia, la dulce goleta de los buñuelos de viento que surca nuestros mares, sobrevive sorteando mil dificultades, que van del peligroso estrecho de Escila y Caribdis al enfrentamiento del Kurdistán con Irak, sin olvidar el inhumano "apartheid" con que el Israel potente y constructor avasalla a la pobre y sufrida Palestina; y, a mayores, la dulce goleta, buñuelo de viento, ha de salvar los escollos del complicado cabo político que forman Mariano, Carmen y Mario -PP, Foro y Podemos-, especialistas en poner la tinta del calamar donde menos importa, o de freír el huevo fuera de la sartén.

Y entre tanto peligro, la dulce Goleta, buñuelo de viento, va; de mala manera, pero va. Lo peor, la "derrota" que lleva, que su destino, por falta de capitán, -mi capitana-, que la mande, es la del empequeñecimiento de la villa. "Cada vez somos más paseando y menos trabajando"?, reza la amenaza del juicio final.

A la par que la Gigia se contrae, sus hazañas pasadas pasan al olvido, y ¡mal de males!, crecen y recrecen, largas y rojas, las colas ultramontanas del poder paralelo que ostentan los hombres del "cerquillo", que como la mar, aunque sólo sea "vaga", deja a la vista, sin arena, los pilotes y piedras de los viejos balnearios a los que la revolución prendió fuego redentor para dejar el arenal de San Lorenzo libre y expedito de de todo negocio, a disposición del pueblo llano, rojo, amarillo y morado, pero lleno de esperanzas.

Las colas, largas y rojas, las túnicas y los capuchones, son la señal evidente de que "revuelve" al poder -nunca lo dejó-, la Hispania de siempre: asfixiante y goda; la de las dalmáticas y Trento; la del terror fernandino y la década conservadora; la de Pidal y Canga Argüelles; la de Wert, Fernández y Sor Patrocinio? ¡La España de Frascuelo y el estraperlo!...

En el sollado sur de la dulce goleta, el "SuperImaginario" Paco Abril y el Sabio Maestro Salvador de la Fe acaban de repartir "buñuelos de cuento" (en Gijón casi todo, cuando no es viento, es cuento), para merienda de la grey infantil. Grey inocente, que aún no es consciente de la epidemia de cólera y falta de buenas formas y fino humor, es la que trae de cabeza a sus padres y madres, sobre todo si andan por las ramas del PP, el PSOE, Ciudadanos o Podemos o pertenecen al hormiguero del otro Paco y la doctora cirujana, que corta más que cose, como quiere Neruda: callada y como ausente.

Llega la cosa a tal punto de destrucción histórica que las hormigas curules y las ayudantas moradas han borrado del "diario" de la dulce goleta del buñuelo de viento todo lo que desde Jovino las administraciones anteriores dejaron escrito y realizado.

Sólo recuerdos y cenizas quedan de lo mejor de la Gigia eterna, la razón de su orgullo: su pujanza industrial, naviera y comercial, su temple de villa culta y escéptica, pero, como marítima, divertida y abierta. Por los buenos años del crecimiento local, los burros tiracarros, y luego las bicis del trabajador llenaban, aún sin amanecer, las calles del Oeste que llevaban al trabajo; ahora las "bicis" de recreo y carril, a media mañana marchan del centro hacia el edén, que los poderosos, y la alcaldesa capitana, disfrutan en el Este de la villa, tierra por la que corren los ríos bíblicos Guijón y Pisón...

Fue aquella movilidad obrera organizada por el capital, que colocó al Oeste, bien lejos de la calle Corrida y de Somió, fábricas y astilleros, los sudores del proletariado.

Sólo nos queda en pie ¡Señor! el peor Gijón: el de las sidras y cervezas; el de las despedidas de soltero con sus apoteósicos desfiles?, y la "Bici Burra" de la Cerveza que ha vuelto a su punto de "espera" en el paseo de San Pedro, casi al pie de la casa familiar del edil don Aparicio, que ahora mucho "aparece", y cuanto más aparece, menos regula?, mientras que en el taimado "Couto de San Nicolás" ofrece refugio cómodo y seguro a la ineficacia del resto de la "oficialidá" hormiguera, que sólo repara y ampara el interés hoste-hotelero de la más baja "calidá".

Resultado de tanto adorar en Beocia y escaso escuchar a Atenas: el PGO pendiente de un hilo, más años a perder en la cazuela de las impugnaciones y recursos; como se perdieron orquesta y zarzuela, que las hormigas quisieron disimular con los festivales indios del Arcu, donde tanto lucieron los bueyes del capitán. Y hasta con la broma bendita de la "Opera Studio", a do fueron tantos billetes, funciones y figuraciones. También está en camino de descarrilar el Festival de Cine. Hormigas filmadas quemando en Cienfuegos, la historia de san Isaac.

Y ¿cómo no? millones y millones, -"qual piuma al vento"-, sin invertir, y los más que imprescindibles "riches" de Zarracina y las "limosnas" que dejaron el rey, la reina o "La Chata" para los pobres, sin repartir. Proyectos inacabados, todos. Las fachadas de las calles y el salón de Begoña, repintadas, incluso a tiza, y alquiladas por "trozos" a favoritos para montar "campechanos" (¿o será chabacanos?) campamentos comerciales, atendido por "figurantes"; y sin concretar, ¿para qué? el aprovechamiento de los solares costeros de Poniente?, que deberían ser la reserva territorial (y moral) del occidente gijonés, sobre los que levantar año tras año los campamentos de las tribus de la diversión y el "festejeo" veraniego: la "Semana blanca" o Arco Atlántico, con su bueyes y alboradas; y la "Semana negra", con sus plumas, charlas y bebidas. "Sólo los camellos beben poco", dijo don Rafael del Riego y Cangas de Onís? y los caballitos de cartón piedra.

Y aún no queda el cargar con la cruz del tren, sin Cirineo ni estación que valga. Anchos y panchos van por la vía de nuestros dolores, caminos y puertos la Cofradía de los Ingenieros de Cantabria que por proyectar y calcular, igual "furacan" que inundan el "tunelón", haciendo de la cueva, refugio, madriguera y estación de piratas. ¡Cuánto vale el voto del hormigón! Anchos, raíles, mercancías, pasajeros? y enredan y enredan dando vueltas al ruedo, hasta que, ¡por fin!, quedemos sin AVE, ni "ava", ni viajero que nos ladre. ¡Buñuelos de viento!

Y buñuelos de cuento, los premios anuales de la villa, y tantos como en la villa se dan?, que son tantos que ni se pueden contar. Jolgorio sampedrino. Drama de Calixto y Melibea. Bombos mutuos. Platillos volantes. Ya van quedando pocos gijoneses sin madre, premio o, padre? Sólo la dulce goleta del buñuelo de viento marcha sin capitana, vapor, ni norte.

Y al atardecer, desde el Cerro se escucha una voz bajita que canta: "Si torno a la mar ye pa ser capitana, que nun ye vida esta de ser sólo cirujana". ¡Buñuelos de cuento al viento de la Cuaresma que pasa!

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