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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Varapalos y puñales

Las historias que se trenzan entre las inoperancias edilicias y el hurto de una daga plateada

De un tiempo a esta parte, toda sentencia es un varapalo para alguien -la parte desfavorecida-como en su momento todo incendio comenzó a ser pavoroso y la escena de un accidente pasó a ser dantesco. En los medios, sea de la condición que sean, hay expresiones que pasan a ser imprescindibles y no hay quien consiga despegarlos de los textos periodísticos. Permanecen durante años. Son coletillas, claro, fruto de la vagancia de quien las escribe por no buscar otra forma de describir ciertos hechos o situaciones. La del varapalo judicial es una de las que se llevan que resultan más odiosas por llevar en sí misma una carga de subjetividad manifiesta que, probablemente, no fue fruto de ninguna clase de intención por parte de quien la escribió o pronunció. Como los gestores públicos se alimentan incesantemente de los contenidos mediáticos, los varapalos judiciales han pasado a formar parte también de sus discursos y declaraciones públicas. Y, como los políticos la utilizan, los informadores se ven animados a utilizarla: un círculo vicioso idiomático que indica, si hacía falta algún indicador más, la pobreza de expresiones en la que nos vemos sumergidos. Nuestros ayuntamientos, las consejerías de nuestros gobiernos regionales, el mismo gobierno de la administración general, no hacen más que recibir varapalos u día sí y el otro también. En esto son muy sufridos. Y los órganos judiciales se ven obligados sin pausa a infligir varapalos a todo quisque, por lo que un juzgado pasa directamente de ser un órgano que imparte justicia a uno que proporciona castigos sin cuento. Ahí estriba la perfidia de un lenguaje que, en principio, aparenta inocencia.

Un varapalo es, sin duda, el que se ha llevado la "Semana negra" a manos del Ayuntamiento casquista. Al negar la dispensación de la subvención antes de noviembre, la organización no pudo cumplir su compromiso con Hacienda y, ahora, además de los intereses de demora y el recargo, la pérdida del descuento obtenido, tiene el problema que decaen los siguientes plazos concedidos y tiene que hacer frente a toda la deuda de golpe. Eso sí es un bastonazo en el lomo de marca mayor. Cabe aquí decir que este gobierno de la caritativa cirujana Moriyón, a la sazón primera autoridad municipal de nuestra populosa villa marinera, viene haciendo la misma operación con otras entidades de todo tipo: asistenciales, culturales, vecinales, sociales? Luego, a final de ejercicio siempre les sobra dinero: ¡pero si no pagan a tiempo ni lo que tienen comprometido! ¿Cuál es el misterio de tamaña falta de sensibilidad e inoperancia? Si la Intervención pone algún reparo a la justificación de las subvenciones, ¿por qué esperan a comunicarlo ya vencido el ejercicio? La cosa es simple: porque en los diversos departamentos no tramitan los expedientes a su debido tiempo. Es como una especie de castigo al que el equipo de gobierno somete a las diversas entidades que reciben subvenciones municipales. Ya les vale a estos fenómenos. No contentos con tener a la ciudad postergada, fastidian lo que pueden a los más diversos colectivos ciudadanos. Es una especie de vudú que practican, no sabemos si con delectación, pero no cabe duda que con una cierta malicia, para que todo el mundo se entere que aquí mandan ellos. Mal, actuando con hipocresía política, pero mandan. Es de suponer que el municipio resista hasta que desaparezcan del mapa político, pero se hace muy difícil soportar tanta arbitrariedad. Ni que tuvieran la parafilia de clavarnos dagas en el ánimo, a ver si emigramos todos y los dejamos a ellos solitos, mirándose con la satisfacción de la tarea cumplida unos a otros, diciéndose que se han deshecho de los gijoneses que molestaban, aunque seamos una mayoría ciudadana y ellos representen a una rara minoría.

Otra de puñales es el hurto del argénteo puñal que se clavaba en pleno pecho de la imagen de una Virgen en la iglesia de san Pedro. Gran revuelo y escándalo entre el mundo pío de la villa. Parece ser que, según los cofrades propietarios de imagen y puñal, la efigie procesionará atravesada por su correspondiente puñal: será otro, pero cumplirá su cometido estético. Curiosamente, la talla original desapareció hace ochenta años, pero quedaba el cuchillo de entonces. Parece que lo sustraído salvo el gran valor sentimental que le daban sus dueños, no es pieza cara. Peor hubiera sido que al disgusto se hubiera añadido un importante quebranto económico.

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