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Crítica / Arte

Paso a paso...

El sevillano Miguel Watio llena de caminantes de silueta negra y perfil blanco sus fondos de colores planos

Es la tercera exposición individual de Miguel Jiménez / Miguel Watio (Sevilla, 1966), afincado en Gijón desde al año 2004. (Para otras muestras de Miguel Watio, ver la página final del catálogo editado para esta edición). La primera, en junio de 2011, se tituló "Desde mi ventana". Siempre a la manera del arte pop, utilizando colores lisos al acrílico sobre lienzo, pero con humor, ironía y agudeza mental para criticar la sociedad que vivimos, sorprendía la capacidad del pintor autodidacta sevillano para jugar con tamaños y situaciones. Recuerdo "El sueño del pescador", obra en la que un varón en pie, sobre la barbilla de una moza, lanzaba la caña para sacar de entre sus labios rojos tal vez un beso o una declaración de amor. O "La nueva Europa", aquel billete de 50 euros al que se acercaba la mano de un pobre de pedir. O la mesa de billar snooker sometida a limpieza por una máquina cortacésped, que hará de ella tal vez un campo de golf.La segunda individual de Watio en Cornión sucedió en el verano de 2014, bajo el título "Clásicos populares". Un gran acierto. El papa Inocencio X de Velázquez, montado en una moto. La Venus de Boticelli luciendo bikini. El Pensador de Rodin reflexionando entado en la taza del retrete, la taza de la sabiduría que nos recuerda a diario algo de nuestra condición en este mundo. El caballero de la mano al pecho, del Greco, tocando la guitarra.

En esta tercera individualtitulada "De paso", Miguel Watio, que lleva tal sobrenombre por haber sido electricista y por firmar así en su correo electrónico pasó a ser su nombre artístico, se dedica del todo a cuestiones sociales, a situaciones relativas a la población de más edad, también a la muerte que nos espera. Las pautas pictóricas del artista siguen vigentes: colores planos a juego, sabiamente combinados, y como novedad, caminantes de silueta negra y perfil blanco. Este perfil blanco aísla del fondo a los caminantes, sirve de ayuda para combinar la silueta negra con cualquier color de fondo. Estamos ante 32 obras, casi todas dedicadas a varones que pasean. Hay una en homenaje a Rubio Camín, titulada "Camín a Xixón", título cercano a "camino de Gijón", con la silueta en negro del artista que camina hacia el pirulí que en su día formó parte del concurso a la madre del emigrante, y ahora, desvinculada de aquel proyecto, se alza al final de la Avenida de la Constitución. (Recientemente Miguel Watio donó al museo Evaristo Valle la obra "Buen viaje, maestro", en que la silueta también en negro de Rodolfo Pico emprende viaje sobre un barquito de papel).

Los varones que pasean recuerdan aquel refrán: "la salud del viejo no está en el plato, sino en la suela de su zapato". Porque son varones todos los que pasean o hacen la ruta del colesterol. Sólo aparece una mujer, sujetando un paraguas que se lleva el viento. Paso a paso, como el partido a partido del cholo Simeone, van los mayores caminando por la vida hacia su destino final. El cuadro titulada "La casa vacía" habla de una realidad. Puede ser la casa donde viviste de niño con tus padres y hermanos. O la casa de los padres que nos quedamos solos, porque nuestros hijos, felizmente, han formado su propio hogar. Y esta soledad depresiva tiene un nombre: el síndrome del nido vacío. Pero en lugar de esa casa en líneas blancas sobre fondo azul, geométricamente vacía, podría haber dibujado una ciudad vacía o la bola del mundo entero vacío, porque cuando van desapareciendo tus familiares, amigos y conocidos, todo tu alrededor va quedando vacío. Hasta el perro, símbolo de la amistad y la fidelidad, huye de la casa vacía. Así pues, estamos de paso.

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