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La semana empezó bien

La elección de Macron como presidente de la República Francesa, una gran noticia para Europa

Por una vez y sin que sirva de precedente, la semana empezó bien. Emmanuel Jean-Michel Frederic Macron, nacido en Amiens en 1977, ha ganado las elecciones en Francia y se convierte en el octavo presidente de la V República.

Esta temporada no las tenía todas conmigo, después del triunfo del Brexit en Gran Betraña y del de Trump en Estados Unidos, me temía lo peor. Las encuestas le daban una gran subida de votos a Marine Le Pen, representante de la extrema derecha francesa y digna heredera de su padre: xenófoba, anti-judía, enemiga de Europa y cada vez más cercana a Trump y a Putin. También le daban una gran subida a Melenchon, líder de la extrema izquierda e íntimo de nuestra joya, Pablo Iglesias. Vamos, para ponernos los pelos de punto y más arriba todavía.

Afortunadamente, Macron se llevó el gato al agua, contra viento y marea. Hubo una gran abstención pero así y todo, Macron ganó a Le Pen por una amplia mayoría. Claro está que Melenchon, para chafarle un poco, dijo que había ganado gracias a la gente que estaba en contra de Marine pero no porque esa gente estuviera muy convencida de la valía de Macron. La verdad es que hay algo de verdad en lo que dice el líder de la extrema izquierda porque Macron era un perfecto desconocido en la política hasta hace muy poco tiempo.

Un exbanquero europeísta y liberal, ministro de Economía durante un tiempo y pare usted de contar, pero viendo lo que estaba pasando en su país con los candidatos a la Presidencia -las renuncias, las enemistades...- se dio cuenta que era su oportunidad. Así que creó "En Marche" y se puso a trabajar para luchar por la Presidencia y ante el asombro del personal, lo consiguió.

Europa está de enhorabuena y Francia también, a mi entender. En su breve discurso al conocerse los resultados de las elecciones dijo que quería una Europa fuerte y unida, que quería pasar página en una Francia desunida, temerosa y desanimada y devolver al pueblo francés el optimismo. Los socialistas admiten que es un cambio de generaciones y que ofrece esperanza, pero Marine Le Pen, encantada de haber conseguido tan gran cantidad de votos, arguye que van a dar la batalla para ganar las legislativas, lo cual sería un terrible escollo para Macron, el cual rápidamente tiene que encontrar un primer ministro y formar un partido porque ahora no tiene gente preparada para todos los puestos que hay que ocupar. Por de pronto ha dicho que en su ejecutivo habrá quince miembros, la mitad de los de Hollande y que además la mitad no procederán de círculos políticos. Me parece genial. Un cambio necesario, fresco.

Yo he sido una fan de Macron desde el primer momento que supe de él. Un hombre inteligente, valiente, consecuente con sus ideas. Un pianista estupendo y amante de la música. Su historia de amor me conmovió, un amor que comenzó cuando él tenía 17 años y que continuó a través del tiempo y las dificultades. Brigitte Trogneux era profesora de francés y teatro en el liceo católico en donde estudiaba Emmanuel y pasaban los veranos en Touquet con sus familias. Allí fue donde se consolidó su relación de tal manera que ella dejó a su marido, con el que tenía tres hijos, pero su amor era tan increíble que no fue un camino de rosas. La familia de Macron le mandó a estudiar al prestigioso liceo Henry IV en París para apartarle de ella. Era normal que no les gustara esa relación. Pero él volvió, como le había prometido, ya convertido en abogado de Rotschild, y se casaron, en el 2007, cuando él tenía 30 años.

Desde entonces forman una pareja perfecta. Él reconoce que no es una familia al uso pero que están unidos y el amor sigue constituyendo una parte esencial de su unión. Macron tiene una relación estupenda con los tres hijos de Brigitte y sus siete nietos. Los tres hijos de ella han participado en la campaña y son sus mejores colaboradores. Por su parte, Brigitte sigue siendo su principal apoyo, él reconoce que sin ella no sería lo que es: ella le lleva la agenda, le corrige los discursos. Y él ha dicho que ella ocupará un lugar a su lado, no escondida, ni detrás, a su lado que es donde siempre ha estado.

Ella será una estupenda primera dama, una rubia muy chic, siempre impecablemente vestida, se deja aconsejar por la casa Louis Vuitton, sonriente, que mira de frente y con una cara luminosa que nos hace olvidar la diferencia de edad con su marido.

¿Cómo no me va a gustar un hombre así, que no se conforma con una muñeca jovencita de cara inexpresiva que no sirve más que para exhibirla?

Le deseo al nuevo Presidente lo mejor por el bien de Francia, de Europa y nuestro. Estoy segura de que nuestros dos países van a entenderse mejor. Vive la France.

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