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Crítica / Música

Raphael: un incombustible animal de escena

El veterano artista encandiló a su público durante más de dos horas de intensidad sin abandonar el escenario

Lo ha vuelto a hacer: lleno dos días seguidos y, si en 2013 fue en el Teatro Jovellanos, esta semana repitió la hazaña en el teatro con mayor aforo de la ciudad: el de la Laboral. Raphael suma y sigue, parece incombustible y acrecienta su leyenda no solo a base de llenos, también ofreciendo un espectáculo cargado de intensidad que se extiende más allá de las dos horas y cuenta con unas cuarenta canciones. El resultado es un recital lleno de emociones que combina temas nuevos con éxitos de su extensa carrera y canciones de toda la vida que el cantante ha contribuido a popularizar. Todo con el sello Raphael, con esa impostación de la voz y esa gestualidad que le hacen único.

Había mucha expectación entre el público, en el ambiente se palpaba la impaciencia por ver al de Linares en escena. Tras la ovación inicial (con parte del público puesto en pie), todo se sosegó. Raphael arrancó con temas de su último disco, "Infinitos bailes" (2016), en un bloque que sonó con aires de rock actual y que no llegó a conectar del todo con el público. Se defendió bien, pero fue la parte más floja del concierto, también en lo vocal; se nota que es un repertorio nuevo y que no tiene controlado cada fraseo como en el de toda la vida. Uno puede incluso llegar a dudar del estado de su voz cuando lo ve alejar el micrófono en los finales de frase, pero es que además su forma de cantar no se amolda a lascadencias melódicas del pop indie de Iván Ferrero o Leiva.

"Mi gran noche" fue la primera píldora, el atisbo de un cambio de rumbo en el concierto hacia sus temas más conocidos. A partir de aquí, se vio a Raphael más cómodo, más en su salsa. Su voz empezó a ganar confianza en baladas como "Somos", y en "Despertar al amor" demostró todo su arte, con esa peculiar capacidad para pasar súbitamente de cantar melodías al arrebato de recitadorubato, imprimiendo toda la intensidad y dramatismo a la canción. Esta manera de interpretar se acentuó en el bloque de canción latinoamericana, especialmente en los temas con aires de tango y milonga, pero también en boleros como "La carta" o tonadas como "Gracias a la vida", en la que se recreó y se lució.

Su versión más teatral la vimos en "No puedo arrancarte de mí" y "Por una tontería", muy aplaudidas, y es que esta puesta en escena forma parte de su personaje, del Raphael más histriónico. Ya en la recta final, llegó la apoteosis, los grandes éxitos, esos que generación tras generación van haciéndose un hueco en nuestra memoria musical: desde los que siguen sonando en todo tipo de fiestas, como "Escándalo", hasta los más sentimentales "En carne viva", "Como yo te amo". Raphael incluye guiños a su propio personaje a lo largo del concierto, y despierta fervor cuando se reivindica de forma autobiográfica en temas como "Yo sigo siendo aquel" o "Qué sabe nadie". Eso es marca de la casa desde hace años, y algo al alcance de muy pocos artistas en el panorama musical español. Se echaron de menos "Amor mío" y "Yo soy aquel" (al menos en el concierto del jueves), pero el teatro acabó puesto en pie, rendido a esta leyenda viva de la canción.

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