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Sigo en mis trece

La moda de los culebrones televisivos que España importó de Venezuela

Sigo sin tocar el tema de la política, ni siquiera el del terrorismo, sólo manifestar mi dolor a las víctimas de los atentados de Inglaterra y de Kabul, Siria... No puedo seguir tratando esos temas porque soy incapaz de solucionar nada y ni siquiera tengo idea de cómo hacerlo. Así que para no ser reiterativa y repetir las mismas frases, mejor es que no diga nada y me ocupe de otra cosa.

Hoy se me ocurre comentar los culebrones. Yo me enganché a alguno de ellos cuando surgieron aquellos tragediones, casi todos venezolanos y colombianos, que tenían la ventaja que si perdías algunos capítulos, recuperabas enseguida la historia ya que repetían todo tantas veces que volvías a verlo sin problemas. Eso no cambió nunca porque siguen siendo igual de repetitivos, sólo que ahora son casi todos de fabricación española. Lo cual no hace que sean mejores porque las tramas son parecidas. Sólo que los que vemos ahora son un poco menos malos Los escenarios, sobre todo cuando son de época, son mejores, la ambientación, el vestuario, la fotografía también, lo que no puedo decir es que los actores sean excelentes porque puede que lo sean pero es que con esos roles imposibles no es fácil de demostrar.

El culebrón que veo ahora se llama "Acacias 38" y empecé a verlo cuando iba por el capítulo 300, pensando que quedarían pocos pero vamos por el quinientos y siguen impertérritos. Este culebrón tiene una originalidad que yo no había visto antes. En un momento determinado deciden acabar con los protagonistas ylo hacen sin complejos. Los tienen sufriendo años y paños y de repente los hacen desaparecer. Yo no podía creerlo, cuando lo que una esperaba es que por lo menos iba a haber un capítulo en que todo se solucionaba, los malos, malísimos recibirían su merecido y los protagonistas se marcharían triunfantes. Pero no, los matan y los malos siguen triunfando, eso sí introducen nuevos personajes que son igualmente desgraciados. Vamos que no hay peor destino que el de los protagonistas de un culebrón. Para empezar son tan buenos que parecen bobos y les dan por todos lados.

Nuestra heroína, Teresa, es completamente insoportable, no se entera de nada y no hace más que sufrir, siempre anda con cara de dolor de muelas. Al pobre Mauro, su pareja y coprotagonista le trae por la calle de la amargura. Tan pronto se fía de él como no se fía, tan pronto le quiere como le odia. Mauro, al parecer es un policía listísimo pero no da una, lo único bueno es que sale indemne de todos los ataques.

Así como los protagonistas son tan buenos que aburren, los malos son tan malos que parecen imposibles. Hay dos malvadas en el culebrón que son capaces de todo, dos brujas de cuidado: Doña Cayetana, la Mesalina que es capaz de matar hasta a su propia hija sin que se le mueva uno de los millones de rizos que pululan en su rubia cabellera. Hasta se ríe del sufrimiento de sus enemigos y cuanto más les hace sufrir más se ríe. Están a punto de descubrirla miles de veces, pero sale indemne de todas. La encierran en la cárcel alguna vez, pero sale triunfante, con su altanería intacta y su perfecta cara de asco al personal que le hace rendez-vous sin parar. Su pareja en la maldad, su ex criada y ahora señora Úrsula, que parece un cuervo, siempre vestida de negro y que guió a Cayetana por el camino de la maldad hasta que acabó siendo peor que su profesora. Las dos dan escalofríos. Luego está Fabiana, criada y verdadera madre de Cayetana a la par que alcahueta sin parar aún después de saber lo que ha sido capaz de hacer. Fabiana es otro personaje desesperante, una criada muy buena pero permitiendo a su hija hacer todos esos horrores y dejando que Cayetana la maltrate sin parar.

Está Rosina que tiene una cara dura como una roca, siempre hace lo que quiere y se sale con la suya, es roñosa con avaricia y trata a los sirvientes como siervos. Doña Susana, la sastra que después de haberse portado asquerosamente mal con su hijo, su nuera, su nieto y ser la correveidile del barrio, se volvió buenísima al aceptar a Simón, su hijo, al que había abandonado. Hay otro malvado que es el coronel, padre de Elvira, la amada de Simón, que es otro auténtico monstruo. Trini, que es muy divertida, Celia, Felipe, Leonor, Liberto y Pablo. Liberto es mi favorito.

Y el capítulo de los criados, que aburren a las piedras. A mí Servando, el portero, me ataca los nervios y cuando se juntan todos: la Casilda, Martín, Lolita y se ponen a hacer bailes o teatro ya es para morirse. Individualmente Lolita tiene gracia.

Larga vida a los culebrones pero no tan larga, por favor.

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