La feria taurina de Nuestra Señora de Begoña comienza con dos ausencias notables. La primera, la del empresario que la ha levantado después de una época muy gris, Carlos Zúñiga padre. De los problemas internos de las empresas, y más si son familiares, sólo pueden hablar los protagonistas de los mismos. La realidad es que el hueco de Zúñiga padre será difícil de cubrir. Sustituido, por cierto, por su hijo, quien cada vez que habla hace crecer el número de antitaurinos en Gijón. El otro hueco es el de Enrique Ponce, de quien dijo hace años el cineasta Agustín Díaz Yanes en memorable presentación de la feria taurina gijonesa que era el español que mejor conocía su oficio. No se ha escuchado desde entonces mejor elogio para cualquier profesional. Ponce no viene a saber por qué razones, aunque se suponga que son económicas. El español que mejor conoce su oficio nunca es caro.
