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Feria del Libro de Xixón: del menosprecio a la dignidad

El despertar de un exitoso evento cultural que llevaba dieciocho años sin celebrarse

Audaces libreros y libreras, durante dieciocho largos años, se arriesgaron a sacar, en días señalados, los libros a la intemperie, que no a la calle. La intemperie es un espacio inhóspito, duro y frío, carente de seguridad y de abrigo. Mostraban su delicada mercancía en rudimentarias construcciones, más apropiadas para la venta de sandías y de melones que de libros. Lo hacían enfrentándose a todo tipo de adversidades meteorológicas. Tuvieron que luchar contra el viento, la lluvia y la presión atmosférica de mareantes trabas burocráticas, pero, eso sí, pusieron el mayor esmero en proteger de las inclemencias del tiempo sus materiales inflamables, aunque fuera con insuficientes plásticos.

Eso de que los libros son materiales inflamables lo pueden certificar quienes ejercen la actividad más arriesgada del mundo, esto es, las bibliotecarias y los bibliotecarios. Es arriesgada porque ellos, mejor que nadie, saben, por experiencia, que un libro, puesto en contacto con un lector, puede provocar una reacción química de efectos impredecibles, dado que esa fusión propicia la imaginación y el pensamiento, facultades humanas nada deseables para quienes tratan de imponer, desde el poder, desde cualquier poder, el pensamiento único, la sumisión y el adocenamiento.

De repente, un día, uno se despierta en otro país, en otro lugar, donde los libros poseen entidad, visibilidad y dignidad. Y parece como si aquellos años de penuria, de invisibilidad y clandestinidad se hubiesen borrado de un plumazo, como si aquellos años grises, de los que nadie quiere ser responsable, no hubiesen existido.

La nueva Feria del Libro de Xixón 2017 ha supuesto ese despertar. Los libreros y editores, pudieron, por fin, mostrar los productos de la imaginación y el pensamiento al aire libre con esa alegría que nos impulsa a recuperar nuestra propia fuerza como ciudadanos. De acuerdo con Spinoza: "Cuanto mayor es la alegría mayor es la perfección que alcanzamos". Por lo tanto ese sentimiento nos da alas para imaginar, para cambiar, para transformar la realidad. La Feria del Libro que se celebró en el emblemático paseo de Begoña, fue la fiesta de la alegría. Los libros tuvieron allí hermoso cobijo. Cientos de potenciales lectores se acercaron a verlos sin prevención. Y la lectura, el más fabuloso invento de la humanidad, se vio como el gran logro que debemos preservar, pues su aprendizaje y uso amplia los senderos cerebrales que permitirán mejoras insospechadas en nuestros comportamientos.

Esta Feria del Libro puede parecer una recuperación pequeña, un avance minúsculo. Sin embargo, ha sido un paso gigantesco: el gran paso que va del menosprecio a la dignidad.

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