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Cincuenta epístolas a Bilbo (XVI)

Toda patria deviene tormento de gota china o de bota malaya

El patio de mi patria es particular, cuando llueve se moja como los demás. Dicho a las claras: toda patria (la tuya, la mía, cabecina y gol) deviene tormento de gota china o de bota malaya. Antes, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Hace mucho tiempo -acaso desde la invención de la pólvora, no se trata, pues, de una trágica moda importada de París- que los terrores pánicos se bautizan con exóticos, peregrinos nombres de discotecas: Bataclán, Bataclán, Bataclán; que retumban tambores de guerra: Rataplán, Rataplán, Rataplán; que resuenan ráfagas de metralleta: Ratatá, Ratatá, Ratatá. Desde la noche de los tiempos se baila en la esfera terráquea al compás de secas puñaladas traperas, que suelen culminar en puñaladas de misericordia -también se dice golpes de gracia- o al ritmo -algo más tardío- de onomatopéyicos y cacofónicos sones discotequeros.

Una mujer, Bárbara, rumia el asesinato de sus dos hijas pequeñas, Amets y Sara, a manos de su exmarido y padre de las víctimas, José Ignacio, que se abalanzó al vacío, a su vez, desde lo alto del viaducto de la Concha de Artedo. New York, la capital del imperio, expande, al tiempo, por doquier, los jolgorios de un "Black Friday" que abrazan con entusiasmo mercaderes de grueso y de menudeo.

-La sociedad necesita olvidar para poder seguir viviendo -dice Bárbara, comprensiva-, nadie puede instalarse en la atrocidad y en la barbarie. De otra manera, sería difícil seguir viviendo.

¿Te dan las entendederas para penetrar en el comportamiento del "homo sapiens", Bilbo? (Oye, si no te gustan los latines, tampoco a mí me gustan las ladraduras a la luna). ¿Cabe en tu cabeza de chorlito la conjunción, la junta coordinante de furias y sosiegos, de brutalidades y remansos de paz, de tragedias funestas y solidaridades generosas, de venganzas e indulgencias, de regocijos y pompas fúnebres? ¿Llegas a comprender los atentados feroces, sanguinarios del ISIS? ¿Compartes los compasibles olvidos que suplica esa mujer, Bárbara?

En el entretanto, una gritería descabal y descabalada de políticos y tertulianos de derechas, de izquierdas, emergentes, transversales, nuevos, viejos, de arribas, de abajos, de centros, laterales y esquinas, asomados constantemente a plasmas y escaparates, ataranta a todo quisque, convierte las cocinas, los vestíbulos, los casinos, bares y otros antros, las redes sociales, las ágoras públicas de cualquier clase o ralea en abultados gallineros, a los representantes de los ciudadanos, o aspirantes a tal menester, en chismosos, y la política en una chuminada.

Sospecho que por mucho que nos apliquemos en la búsqueda de explicaciones, por mucho que nos esforcemos en entender las complicaciones de este desquiciado mundo patrio que nos ha tocado en suerte, ni tú ni yo conseguiremos estar en el cuento, en la pomada, no nos enteraremos de la misa la media. Tú, por esa irracional complexión de "canis" amansado; yo, por mi condición de "homo" viejarrón, entendedor de todo un poco, y de albardero dos puntadas.

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