Las grandes ciudades, y Gijón es una de ellas, se caracterizan por resolver los pequeños problemas de sus vecinos antes que resolver grandes cuestiones, sean en la forma que sean. En los últimos tiempos, a los vecinos de Gijón y visitantes diversos se les ha aparecido un problema que las autoridades competentes, por lo que sea, no quieren resolver. Los quioscos, hartos de perder dinero, se niegan a recargar las tarjetas de los autobuses urbanos, de masivo uso en una ciudad con una población de edad. Los vecinos se ven obligados a la búsqueda de los cajeros municipales, que se colapsan a la menor disculpa: o no aceptan los billetes o devuelven la tarjeta a medio proceso o son asunto imposible para quienes tienen que subir al autobús. Es muy importante resolver el plan de vías, pero lo es tanto o más no marear al vecino o visitante que quiere tener saldo en la tarjeta del transporte público. ¿O no?
