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Divagando por concursos

Sueños prohibidos de escritor: un compendio de absurdas y penosas bases de certámenes literarios

Ando perdiendo el tiempo (o ganándolo) en ver bases de concursos literarios. No acabo de asombrarme con las peculiaridades de cada uno, que tal parece que un escritor es un todo terreno dispuesto a encontrar la inspiración, por ejemplo, en una navaja. Hay un concurso de un gremio de navajeros, nada de delincuentes, por supuesto, que pretende "profundizar en el sentido humano de esa joya de nuestra artesanía". Recapacito y comprendo mi falta de inspiración y originalidad en cuanto a ideas creativas, pues nunca se me hubiera ocurrido poetizar acerca de la "cheira", la faca, el estilete y tantos otros sinónimos más o menos parecidos. Y abundo en mi monumental ignorancia en monumentos, porque el premio es una reproducción del Monumento al Cuchillero, que no sé dónde está ni cómo es.

Me encuentro con otro premio que convoca una asociación llamada "Quema del boto". Me pongo en guardia ante una posible participación en un acto pirómano, que no están los tiempos para jugar con estas cosas. Investigo y me encuentro con que se trata de la quema de un santo en una tradición antigua en festejos populares. Quemar, y un santo, menudo cóctel explosivo. Huyo de semejante quema sin osar enviar siquiera un mal pareado que tengo medio acabado.

Topo otro premio llamado "Saigón". Se me encienden de nuevo las alertas. Me vienen los recuerdos de la guerra de Vietnam, de Nixon, de haz el amor y no sé cuánto más. Para colmo, lo convoca una asociaron llamada "Naufragio", y para adolescentes de hasta 16 años, y el tema es sobre el conflicto de Siria: "Refugiados, guerra, miseria". Estoy escandalizado, jovencitos hablando de la guerra de Siria en vez de hacer ripios a los compañeros de clase. Un naufragio, una guerra? El premio, entre otras cosas, es una noche de hotel en habitación doble, esto debe ser una provocación para remediar tanto desaguisado humano.

Al fin me animo. Encuentro un concurso de poesía dotado con 500.000 $, llamado "Albatros". Hay que ser optimista. Alguna vez puede sonar la flauta. Si no compras el cupón no te toca. Un pelotazo literario así te lanza a Las Bahamas de vacaciones todo el verano. Además, el albatros es un pajarraco que me encanta: qué tamaño, qué majestuosidad. Y 500.000 del ala no se encuentran así como así, salvo que seas político corrupto, claro está. Así que miro la dirección y veo que lo convocan en Chile. Ya me da mala espina. Por curiosidad, nada más que por eso, investigo un poco y descubro que en América tienen la malísima costumbre de acompañar las cantidades de dinero con el signo de los dólares, es decir, $. Lo que significa que no son dólares americanos sino pesos chilenos. Hago el cálculo y se quedan en poco más de 600 euros. Ahora descuenta viaje, estancia y demás gastos para recoger el premio en Santiago. Pues nada, mejor me olvido de Las Bahamas y vuelvo al pueblo de siempre. Hay sueños que tenían que estar prohibidos.

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