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Los ruidos, las evocaciones, la playa

De la admiración por las máquinas de guerra al susto

No fue buena idea para la formación cívica, en paz y libertad del pueblo fiel, de por sí alegre, pacífico y prudente, el querer "llenar" Gijón, playa y establecimientos, con exhibiciones de aviones de guerra: hermanos gemelos de los que arrasan y matan.

Cierto que por lo que son, máquinas costosas y modernas, llaman la atención, y como se preveía, llenaron. Y miles de astures curiosos "otearon" el horizonte en 2006, y miles, en años sucesivos siguieron comiendo o pinchando y consumiendo en tascas, merenderos y restaurantes, y "Otea", se sintió bien. Suena el avión?, "peta" la villa, suena la caja. Bien. Me siento.

Pero desde el primer domingo de la exhibición aérea al de este de 2017, han surgido tales conflictos, y las hermanas de estas máquinas voladoras, han destruido tantas ciudades y hasta países; han matado a tantas persones, a miles y miles de niños, adultos y ancianos, que su presencia, su rugido, su "juego/festival", más que causa de diversión, son "recuerdo" vivo de males sin cuento y crímenes horribles, aunque ninguno de los que "oteemos" haya participado en las masacres. Hoy, el rugido del festival nos está advirtiendo: "mañana podemos volver y no para jugar, sino para arrasar y destruir". No seremos nosotros, pero serán nuestros hermanos y serán mayores, que la industria del "arma" no para de parir monstruos cada vez mayores.

Y de la admiración, siento que el público ha pasado a sentir miedo ante estas máquinas de guerra. Asusta su rugido. Asusta su potencia, su capacidad de destrucción. Estos monstruos asustan al mismísimo miedo.

Don Luis Ortega, amigo que tanto ha visto y vivido, me contaba hace un tiempo cómo el viernes 14 de agosto de 1936 -no había pasado un mes del glorioso "Alzamiento Cívico-Militar-Religioso"-, salía de su casa, aún niño, en la calle del Instituto, y pudo ver cómo sobre el edificio del viejo caserón, entonces cuartel de la guardia de asalto y la "iglesiona", volaba y revolaba un pequeño avión, de juguete, al lado de los que ahora vuelan, adornado con la enseña republicana.

Los de Asaltos y unas personas que los acompañaban a la puerta del cuartel, saludaban al avión y a su "aviador republicano". Y todos reían, mientras aguardaban la hora de terminar el servicio para correr a la playa, y luego a merendar en el "Ideal Rosales"? Y de pronto el avión, dejó de jugar al corro y comenzó a lanzar la propaganda del alzamiento cívico-militar-religioso?, y las bombas que lanzó dejaron cadáveres esparcidos por las dos aceras de la calle Jovellanos. Se habían acabado las risas y los cantares. Y el avión tomó hacía la estación de Logreo: los de la cuenca minera venían a pasar el día en la playa y también rematarían en el "Ideal Rosales". Y otros cuantos cadáveres adornaron la calle Langreo y alrededores? Y cuando llegó la tarde, pasó lo que pasó aquel 14 de agosto de 1936?

¡Qué peligroso es jugar con aviones! ¡Qué peligroso, el olvidar dque lo mejor de lo mejor es ir, por la mañana a bañarse a la playa, o a hacer surf, o a ver la ballena al Piles, sin avión que valga, ni ruido que nos ladre. Y para remate, ir de merienda y baile al "Ideal Rosales". Y si ya no lo hay: ciudadano/a, mayor y joven, ten imaginación y te inventas el baile y el "Ideal".

No hace falta rugidos -Otea ni Divertia-, para pasar un buen día en paz, siempre que sepas rodearte de alegre compañía.

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