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Consejos para la vuelta al colegio

Los profesores tienen la llave para que los escolares aprendan lecciones también de vida

Esta temporada es una locura en todas las casas con niños. El cole empieza otra vez y produce un frenesí de preparativos: los uniformes, los libros, la ropa deportiva, las libretas, los bolis, los lápices que llevan mucho tiempo y además mucho dinero.

Los alumnos están histéricos, ansiosos, hiperactivos. A muchos les apetece volver aunque no lo reconozcan, unido a un sentimiento de miedo por lo que les puede deparar el nuevo curso; a lo mejor nuevos profesores, algún compañero recién llegado, o volver con antiguos compañeros a los que no quisieran volver a ver.

Yo daría algunos consejos a los profesores, llevada por mi amor a la enseñanza, por mi afán de que funcione cada día mejor y con el bagaje de la experiencia que llevo a mis espaldas.

Los primeros días de clase son importantísimos para todas las clases pero sobre todo para los que empiezan en un colegio por primera vez o inauguran un ciclo con nuevos profesores y nuevos compañeros. Los profesores deben presentarse a la clase el primer día dando toda la información posible sobre ellos mismos, intentando hacerlo con un poco de sentido del humor. Luego pedir a los alumnos que den información básica sobre ellos. A continuación pedirles que participen en juegos para que vayan conociéndose mejor y sintiéndose más a gusto. Hay mil ejercicios de este tipo como por ejemplo pedir que los que sean hijos únicos se pongan a un lado, los que tengan un hermano a otro, los que tengan dos a otro y luego se presenten entre ellos y comenten las ventajas o inconvenientes que tiene su situación. También se pueden hacer grupos de los que jueguen a baloncesto o al fútbol, o al hockey etc. y que comenten dónde juegan y todo lo que quieran.

El profesor puede preparar una lista de cosas que se pueden encontrar los primeros días de clase. Recordarles que no todas las personas son iguales, las hay simpáticas, empáticas, dispuestas a ayudar pero también las hay que no son simpáticas, que disfrutan insultando o riéndose de los demás. Que estudien enseguida a sus compañeros para descubrir pronto a los de las diferentes categorías y aprender a poner cara de póker cuando alguno les llama algo que no les gusta o se ríe de sus defectos. Por ejemplo si estás algo pasado de peso y te llaman gordo, gordinflón, botijo o lo que sea, aunque te siente fatal no lo demuestres, intenta reírte y decir que sí que es verdad que es porque disfrutas comiendo, o simplemente poner cara lo más impasible posible. Lo mismo si te llaman enano o cuatro ojos o narigudo u orejotas, puedes decir que ya crecerás que cada cual tiene su ritmo y además es una verdad como un templo. O que gracias a las gafas ves mejor que nadie. Luego te acercas a los que son de tu estilo y probablemente las cosas irán bien. Si a pesar de todo sucede algún acoso peor de lo normal o se pasan de la raya será el momento de contarlo a tus padres y al profesor. Nunca se debe aguantar en silencio.

Si en la clase hay muchos emigrantes, el profesor les pedirá que se presenten de una manera especial, le hará hincapié al resto de la clase la suerte que tienen de tener compañeros peruanos o chilenos, o indios que así pueden aprender mucho de esos países y ampliar horizontes. Y se puede hacer una fiesta un día con productos de esos países.

Los profesores explicarán a los alumnos que los que insultan a los demás no son unos héroes, son más bien unos desgraciados a los que probablemente no quieren en su casa y por eso se comportan así.

Desgraciadamente el acoso nunca terminará porque forma parte del género humano y ha existido siempre. Personas que hacen daño y no tienen empatía siempre las hubo y las habrá. Hoy en día las cosas se van de las manos por culpa de los móviles, internet, por la influencia de las series y películas. Por eso hay que estar más atentos y sobre todo los padres deben reconocer cuándo sus hijos son acosadores o insultan a los demás y no callar como si sus hijos fueran hermanitas de la caridad.

Tenemos que conseguir que no haya alumnos que vayan a sus centros de estudio como si fueran a la cárcel. La vida ya es bastante dura con las exigencias y los disgustos que se nos presentan cada día para tener que sufrir por culpa de un imbécil que se cree por encima del bien y del mal.

Es esencial que los profesores no utilicen las clases como plataforma para imponer sus ideas a sus estudiantes, sobre todo sus ideas políticas. Al revés, hay que decirles que escuchen a todo el mundo, que recaben toda la información posible y luego elijan lo que esté más cerca de lo que ellos sienten y piensan. Desgraciadamente hay muchos enseñantes que abusan del proselitismo.

Los profesores y los padres tienen que hablar mucho con sus hijos y alumnos. Si empiezan desde el principio lo conseguirán; si esperan que pase el tiempo, se les cerrarán como erizos.

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